martes, 10 de junio de 2008

No consigo que me prenda un pino


Esa mujer mulata es Caridad Hernández. En el año 2001 es cuando la conocí. Fue a través de José, un amigo de Viñales, Cuba. José, el médico del Jeep, o 'yipe', como decía él, de los años 50. Conocer a alguien tan singular como Caridad fue como quebrar las dudas de todas las personas con malas intenciones. Caridad, bondad de gigantes con caricia de mujer sencilla y amable. Caridad es 'La negra china', buena combinación de su padre cubano con una china. De los chinos que llegaron como mano de obra en el siglo XIX a la isla desciende esta mujer que sostiene en la mano una rodaja seca de toronja. Sus abuelos sembraron ya el jardín al que alude esta historia. No es turístico su peculiar jardín. Muchos autobuses pasan de largo y se dirigen a que los turistas vean cómo se elabora el tabaco y luego compren. No aparece en ninguna guía este jardín, a él te llevan los amigos o el azar. Y a mí me llevó José. Caridad tenía colgadas cientos de cajetillas de tabaco encima de las entradas a su casa de adentro del jardín. Cajas que le iban dando quien por allí iba y fumase. Le hacía mucha ilusión coleccionarlas. Fumaba mucho. Empezó fumando siendo pequeña. Su padre le mandaba encender los puros y ya se los llevaba encendidos. Una forma tonta de comenzar a fumar. Pero es su jardín lo más admirable. Ceibas, palmas, framboyanes, caobas, taparos y muchas orquídeas es lo que allí vi. Ella me dijo que 'este jardín está medio loco'. y es la mejor expresión para sentir libre un jardín que no ocupa mas de dos hectáreas. Pero le faltaba un árbol que ella quería: un pino. Viñales tiene bastantes pinos sembrados a los lados de la carretera. La especie de pino que allí crece esta muy bien adaptada al clima tropical. Pues Caridad no conseguía que le prendiera su pino. 'No consigo que me prenda, con la ilusión que me haría para ponerle luces de Navidad'. Para eso quería el pino. Pero su jardín, como verde guerrero, parecía negar al pino. También hablamos de Cuba, del callado decir de su gente. Le dije que al menos sus árboles no se quejaban. 'Porque no hablan', me dijo.

6 comentarios:

mirada dijo...

Una hermosa sonrisa

Mityu dijo...

Un lugar que se presiente oportuno visitar. Una pequeña historia sin la cual no merece la pena leer muchas grandes. Una foto conmovedora. Un fondo oscuro y austero.
¿Pondremos música finalmente?

Saludos, Tempero. Si la tierra ya está en sazón, sus frutos no se harán esperar.

Tempero dijo...

Mirada: Esas sonrisas no están protegidas y 'prenden' con facilidad en los encuentros relajados y con cierta autenticidad.


Mityu: Más historias habrá.El fondo oscuro lo decapité. Me puse a repasar el texto y lo leía con dificultad.La austeridad forma parte de mí, no es que sea austero, pero creo que con muy pocos elementos se deben sostener las cosas. Respecto a la música ya atiné.

Shandy dijo...

Caridad, no entiende de metáforas ni sabe lo que es el animismo, pero lleva la poesía en la mirada: "este jardín está medio loco"¡..! Menos mal que guardaste esa frase en la memoria.
El silencio es también una forma de hablar, por eso sus plantas no se quejan. Excepto ese maldito pino, que se queja constantemente y no se calla hasta que se seca y se muere. A mi me pasa con los helechos.
Me encanta esta entrada, y la foto es para tecordar: Volver a pasar por el corazón :)

Pedro M. Martínez dijo...

Miro esta foto.
Miro la otra.
Dando la cara.
Vale, ya sé a quién tengo que dar la mano.
Encantado.
Muchas gracias.

Carmen dijo...

en bastantes ocasiones mi madre me dice ¡ay que ver lo que la gente antigua sabía de todo sin estudiar ni ná!...una de esas veces fue hace poco comentando de alguna planta que no "agarraba", entonces me contó el truco que usaban las mujeres en el pueblo y que ella veía siendo chica. Cuando las mujeres se peinaban limpiaban el peine y hacían un manojito con los pelos que guardaban debajo de una teja del tejado de la corraleta; en casi todas las casas había una corraleta para algún guarro (en mi pueblo jamás oí la palabra cerdo) o un gallinero en el patio. Cuando tenían que sembrar algo ponían la semilla en una "camita" de pelo. Las raíces siempre se acomodan y agarran mejor en una maraña algo esponjosa que en la tierra sola


Me gustan las sonrisas de esta fotografía