jueves, 26 de marzo de 2009

Ululante música, ululantes palabras

Hilario, tendrás que esperar a que haga la entrada tuya sobre aquella hermosa palabra que me dijiste 'Brujones' y que años mas tarde atravesaría el Atlántico para brotar de nuevo en Pinar del Río, Cuba. Ahora, si me lo permites, vamos a carear en ese hermoso pastizal de las palabras en el que revolcarse es un lujo, y también lo vamos a hacer sobre nuestro interior, sobre la música. Hilario, haré un cocktail de entrada, un popurrí mejor que es palabra, aunque francesa, que más se acerca a la mezcla de la suculenta olla podrida. Cocktail suena a pijo y a pajarita. Y careo:

Cuando ya las huertas tienen la temperatura y el buen tempero para plantar todo lo semillado dulcemente es cuando se acude a los viveros y tiendas a por la plantitas menudas. Ni que decir tiene que son muy sensibles al frío, no digamos a la helada. Pero mejor acudir a un hortelano, más sabio y más astuto que los abastecedores de los viveros. A mediados de Abril del año pasado y en el mismo mercado de los bolsos de limitación de piel (sic, auditiva) es cuando escuché la palabra por la que enhebro esta entrada. Quizás de las plantas más sensibles esté la del pepino. La mañana de mediados de Abril era fresca, siete u ocho grados. '¿Oye?, dirigiéndose un señor a un hortelano, ¿has traído plantas de pepino?' 'No, porque las tengo que tener aquí toda la mañana y con el viento y el frío que hace se me estremecen.' O se le echan a perder o se resienten, o se le fastidian. Señor, se quedó usted sin plantas de pepino ese día y yo me quedé con la copla de una palabra ululante de significado. ¡Lo que conlleva la palabra 'estremecer', lo que significó en ese momento, el fervor con que la acune/acuñe a mi vicio nada oculto del paladeo del idioma espontáneo que poco a poco se degrada!

Este es el careo sobre la avena loca y el vallico que es el sabio idioma y como la coctelera está reventona es por lo que le meto ahora esa taranta que ya apareció con calma en este cuaderno ( http://tempero-koroneiki.blogspot.com/2008/09/la-calma.html) y que ahora incorporo por las circunstancias que me atraviesan y que no dejan de estremecerme. La música nos es dada y con ella nos saturamos como nos convenga. La música que aquí traigo siempre me agranda, me satura de alegría, de emoción, rara vez se conjuga lo anterior con el estremecimiento. Ahora sí.

Cavarse

Cavarse es libre,
que nadie me mida por ello,
ajusto el piano a mi área
y con ello invierto
mi descanso, me digo tenue,
me relajo armado de oquedades,
me finjo laberinto,
hilvano emociones, desencuentros,
deseos, amor, suturas.

Cavarse es libre,
sí, tú, piano acordado
por esas manos
que ni tan siquiera conozco
pero que tan livianas
me vienen en sus martillos.
Hondura, lógica de mi discurso,
esclusa por donde salir,
gimiendo mis retamas
por yo haber dado fuego
y ellas haberlo desecho.

Cavarse es libre, piano,
estremecerse es libre, piano.