viernes, 26 de junio de 2009

Cogüelmo

Una palabra como brindis. Soy adicto a las palabras y al vino (al bueno, que el rondar de los buitres merece serenidad). Hoy se despedía un compañero no de viaje, sí de trabajo. Se organizaba una comida en Alcorcón, en el Charrito. Uno bebe igual que conduce, con prudencia. Pero el octanaje activa y el vino asesora: '¿Qué quiere usted, blandirse contra sí mismo?' 'Pues sí.' 'Pues adelante, indujo.' Y es cuando divierto mi copa y mis labios, mi paladar registra el beneficio de la duda que no es otra cosa que es no dudar bajo ningún pretexto, que es el recoger lo que entiendes por esencia: Viña Sastre, Crianza, 2005, 15º. 6 copas. Ojo, esto no es apología del alcoholismo, es acogida del placer. Pero os dije palabra como brindis para reanudar. Mi compañero Gaspar en un momento avanzado-final de la comida me dijo: 'Manolo, ¿qué tal vas?' Le conteste: 'Rasado.' Él lo entendió a la primera como buen etnógrafo y salmantino que es. Sabía del uso de las fanegas (medidas antiguas) de trigo, o de cebada. Sabía que se rasaban las medidas cuando se llenaban los sacos de rafia con un fanega y media, unos ochenta y tantos kilos. Y a mi 'rasado' me contestó: 'Ten cuidado con el cogüelmo.'

Hala, a buscar 'cogüelmo' y a adivinar cómo acabé la jornada.