viernes, 16 de octubre de 2009

Hasta los verbos sufren el cambio climático

Hace unos días Filomena me hablaba en el pueblo: el otro día refrescó bastante.
Ya, le dije, pero todavía no ha escarchado. Ya sabes lo endebles que son los tomates, en cuanto huelen el frío se echan a perder.
Sí, dijo Filomena, se amuelan enseguida.
(Afortunadamente, mis tomates a secano han sido muy generosos. Aún recojo.)


Hoy en Madrid, un abuelo a su nieta e hija antes de entrar en el colegio: parece que estáis arrecidas de frío.
Sí, papá, es que estos cambios de temperatura no son buenos.


Arrecirse, amolarse, dos verbos de otoño e invierno. Dos estaciones que lo que menos proporcionan es frío. Hasta los verbos sufren el cambio climático.