miércoles, 10 de febrero de 2010

John Berger



Desde que leí a J.Berger quedé absolutamente conmovido por su entrega al mundo campesino, por su atención al mismo a raíz de la mecanización del campo y por la visión del nuevo emigrante a la ciudad procedente del campo. Tres fueron la obras que condensaron esa entrega: Puerca tierra, Una vez en Europa y Lila y Flag. (En la página del enlace pueden ver lo extenso de su obra donde predominan los magníficos ensayos sobre fotografía y su peculiar forma de hacer crítica a las obras de arte.) La primera vez que lo vi me emocionaron esos ojos suyos, tan vivos, tan sugerentes. Fue en el año 96, en la Biblioteca Nacional, en una conferencia que dio sobre Goya. Mañana vuelve a Madrid a la Casa Encendida con motivo de una exposición que Isabel Coixet monta sobre J. berger a propósito de su último libro From A to X.
Tan sólo me gustaría que os toméis el tiempo necesario para leer este artículo que publicó en 'El País' el domingo 3 noviembre de 2003. Dejo el enlace .
AQUÍ. Veréis, una vez leído, si no estamos donde estábamos o estamos peor.

Os dejo, por último, con un poema de su libro-ensayo Páginas de la herida, Ed. Visor. que trata sobre lo que dejamos en el campo cuando nos trasladamos a la ciudad como vagabundos:

En un puñado de tierra
he enterrado todos los acentos
de mi lengua materna

allí yacen
como agujas de pino
reunidas por las hormigas.

Puede que algún día el llanto balbuciente
de otro vagabundo
las incendie
entonces caliente y consolado
oirá toda la noche
la verdad como una nana.



Os propongo esta nana rusa muy ajustada al poema de J. Berger donde la foto ampliada os velará la letra. Al final, parte la Sinfonía del Nuevo Mundo a la que alude Berger en su artículo.





5 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Uno agradece que haya seres humanos que a pesar de escribir en la noche, posean esa luz interior -no me extraña lo de sus ojos- y esa clarividencia expositiva para dejar por escrito lo que otros intuimos de modo viscoso, como en una amalgama de lodo donde cualquier idea se tropieza y se oscurece.
Siempre he sospechado que el verdadero poder omnímodo de Occidente (la parte del planeta a la que pertenecemos) no se corresponde a los gobiernos que (en general) son meros títeres -aquí sí, títiritean :)- de ese grupo de multinacionales a que se refiere Berger (¿200 es una cifra real -aunque sea aproximda- o es un mero número retórico?), sino a esas multinacionales que están ligadas a las armas, el combustibie, las fármacos, etcétera.
A pesar de todo es un artículo que como sus ojos irradia luz y algo de esperanza.
Que disfrutes la exposición y nos la cuentes.

Ah... Estamos peor, yo creo...

alicia dijo...

Yo debería estar a estas horas en esa exposición -que se presenta muy cerca de mi casa- pero el azar me ha retenido. Así que encontrar aquí la mirada azul, limpia y clarividente de Berger ha sido una caricia para el alma. ¿Es posible aflojar la mordaza, recuperar las palabras? Dejar de mirar nuestros pies para mirar a quienes sufren gratuitamente no solo en los países en guerra sino en la guerra de cada día, de cada portal con mendigo o choza al pie de la autovía. Qué difícil desenmascarar al enemigo cuando nosotros mismos llevamos el veneno de la desidia en nuestras venas. Ojalá esa nana o la esperanza sinfonía de Dvorak nos inunden de ternura y rebeldía.
El poema de Berger es, sencillamente, maravilloso como toda esta entrada. Felicidades de corazón

virgi dijo...

¡Gran tipo! Una lucidez y un corazón impresionantes. Su mirada sobre la pintura es única.
¿No habrás leído también King?

Besos

JosepMª dijo...

He leido, en tu enlace,
el (turbador) artículo
de John Berger:
(El País.3-nov-2003)
¿Dónde estamos?

Es la misma pregunta
que nos hacemos,
tantas veces,
en tu blog,
tú y nosotr@s.
Buscando respuestas
en cada entrada:
Fotografía.
Texto.
Música.
Comentarios.

Berger lo dice muy claro.

Quisiera
poder mantener,
un mínimo
de esperanza.
Lo siento,
yo no puedo,
no puedo...

Isolda Wagner dijo...

No soy capaz de mejorar los comentarios. Me quedo con lo leído y escuchado y con mi poquito de esperanza para un nuevo mundo.
¿Alguien recuerda los primeros compases, como sintonía en la radio de "Ustedes son formidables"?
Era fantástico y amenazador a un tiempo, escuchado desde la cama.

Besos sinfónicos que llegen al corazón de todos.