domingo, 4 de abril de 2010

Entre la mar y el cielo



¿Dónde está ese pez que nunca ya hierve? Aquí lo espero, sin caña. Sólamente estiro la mano tanto como longitud tiene el deseo. Y toco el fondo del lago, lo rastreo. No me equivocan las piedras, el lodo del fondo. Todo está como cuando buceaba. Ahora es la mano la que toca, la que quiere el pez, la que respira bajo el agua. Yo arriba espero. Trenzo sobre el semblante de las nubes un pasaje aéreo: más me estiro. Y yo en medio del agua y del cielo. Ahí esta la golondrina que quiebra, que da al cielo un candelabro de vida. No la puedo coger. Ahí está el pez que yo sé. Admito su camuflaje. Quizá lo toque. Necesito su movimiento, su despejada ruta. Espero entre la mar y el cielo.