jueves, 22 de abril de 2010

Hondura


Háblame para dejarme un cerco.
Allí estábamos cuando sobre el cuello nos urgía el suelo.
Querías palabras ejecutadas más allá de las manos.
Las caricias las siento, las palabras me ahondan.
Me agaché y con las manos toqué esa raíz que nos temblaba. Te señale lo que no se veía de ella.
No sé si me dijiste te quiero. Fue la tuya una voz leve.
Aún quiero preservarte, regirme por lo que nos dimos tras aquella raíz.
Hondura.
Sí, éso fue lo último que me indicaste.