sábado, 22 de enero de 2011

Siempres


Siempre hay un viaje duradero,
un príncipe exento,
un corazón convulso,
siempre hay una extraña dirección,
siempre hay un enjambre protegido,
siempre una raíz que se desbanda,
siempre se quiebra una pared,
nunca el abrazo aprieta lo suficiente,
un mirlo declama siempre,
siempre hay un reloj que abandona unos segundos,
un corazón que se acalora,
un vencejo que desenfunda al aire,
un alfanje siempre gesticula,
nunca una herida alaba a su espada,
siempre el favor del cielo
fue no interrumpir al infinito,
siempre un adorno es más,
siempre me caigo alrededor de una piedra,
nunca un hueco deja de protegerme,
siempre nos avisa la intriga,
nunca decidimos el ocaso, se nos da solo.



7 comentarios:

Amparito dijo...

"Has estado inspirado, señorito" (como dirian mis hijas)
¿Siempre lo estás?
Pues, en esta entrada, especialmente.

Besos dados a escondidas durante el ocaso,
Pi

Isolda Wagner dijo...

Manuel, lo he leído un montón de veces, todos los versos me suenan, pero he decidido quitar por mi cuenta los siempre y los nunca. Dejo exclusivamente: nunca decidimos el ocaso, se nos da solo. Dejo también el hueco que siempre te proteja. Es un hermoso poema triste.
Besos, todos.

medea dijo...

de la poesía no opino, ya sabés no me gusta salvo honrosas excepciones. Pero la segunda fotografía es bellísima. Yo que según vos soy ignorante no te tengo fotos en mi blog que nunca leerás.

Shandy dijo...

Nunca el abrazo abraza lo suficiente
Nunca la herida alaba su espada
Nunca un hueco deja de protegerme
Nunca decidimos el ocaso...

Me quedo con las afirmaciones de los Nunca y el temblor del alma de Carmen Linares, entre dos conmociones, arriba y abajo.
Hojas y pájaros o agua y raíces, y en medio el tronco ideal de un álamo blanco. Si tengo que elegir,
a mí también me dolería el alma.

Hoba W. dijo...

La segunda imagen, la de 44 alas y un cometa (o es un pájaro a propulsión? ;) en primer plano, es realmente hipnótica..

Yo te deseo amaneceres enroscados en los ojos, Manuel, amaneceres nítidos, de frío, oxígeno y alas en los pies (como cuando vuelas al correr)

Besos

Tempero dijo...

Alguien en privado me contestó tratándome de señor lo siguiente:

"siempre el favor del cielo
fue no interrumpir al infinito"

Esas dos frases suyas son como un trueno en medio de una apacible calma. O quizás sea yo, que tiendo a habitar el silencio, o todo en él me retumba mientras escucho su pluma acariciando el papel, derramándose en poesía.


Y claro, yo reaccioné con cierta risa por desconocer ese atrevimiento de la imaginación en la identidad, que también desconozco, al derramarse mi pluma sobre una caricia.
Y claro, a esa persona yo le contesté:

no se imagina el No silencio en el que fue compuesto ese artilugio de frases encastradas entre pared y ocaso. Hallábame en un bar, tras haberme fumado un pitillo, con un buen gin tonic. Allí comencé a traficar con ocurrencias sobre una servilleta y no precisamente con pluma sino con boli, de propaganda, para más inri.
A veces entre el infinito y la nada hay un trecho tan corto.


Y tuve una 2ª réplica por la cual he decidido incluirla aquí:

Pero ni empeñándote consigues desmontar el color de mi visión de ti escribiendo ese poema (=artilugio de frases encastradas entre pared y ocaso), ni que deje de ver la pluma (= boli, de propaganda, para más inri) acariciando (= traficar con ocurrencias) el papel (=una servilleta). En lo que sí coincidimos es en la creencia de que a veces entre el infinito y la nada hay un trecho tan corto. Yo lo llamaría ilusión, esa emoción que desaparece tantas veces, con sonido de cristales rotos.

Y tú colgabas en tu blog frases encastradas. Entré a leerlas y se me destacó el favor del cielo, saliendo de puntillas para dejar al infinito en su momento de gloria. Y me gustó eso, el infinito frente al mundo, ofreciendo con valentía una imagen completa de sí mismo. Ya, ya lo sé. Eran sólo palabras, garabatos en un papel de un bar, pero la grandeza no se la das tú, la llevan ellas dentro. Y a ti te utilizan, aprovechan que en tu mente todo ondea a media asta por el gin tonic y surgen una tras otra, ordenadas, categóricas, siguiendo la secuencia que ellas se imponen, los siempre, alineados con los nunca, los un, sólo hay un fue rompiendo la fila y está con el infinito, tenía que saltarme a la vista.



"pero la grandeza no se la das tú, la llevan ellas dentro."

esa parte me dejó y me deja muy pensativo: la grandeza.

Angéline dijo...

Del poema, yo también me quedaría con el trueno. Y eso que la intriga es muy interesante, con esas pisadas tan características, especialmente uno de los pies. Y de la réplica, con el brillo entre resuelto y trémulo de los ojos del infinito, cuando mira a la multitud. Me recuerda un regalo que hice un día a un amigo, el segundo previo y el posterior a una ovación cerrada. Para que los guardara hasta que un día realmente necesitase esos aplausos. Un segundo para emocionarse con lo que se avecina y el otro para reflexionar acerca del éxito. Escribe con pluma, con boli o con un guijarro en la arena de la playa, pero escribe. Si encima lo traes aquí, pues eso, color y brillo nos llevamos los que te leemos.