lunes, 21 de febrero de 2011

Bella descomposición


Ese es un trozo de madera. Madera en descomposición. Lo palpé esta mañana en el campo. Sentí su esponjosa vitalidad y la delicadeza de su trenzado. Para mí, las texturas naturales hoy día amenizan mis ojos más que cualquier obra de arte contemporánea. Imaginaos este trozo de madera en Arco. Prima en mí la autoría de la descomposición, es una atracción brutal la que siento cuando veo maderas muertas no tan muertas. Como si una madera reivindicase la estética en todo momento. En el campo siento la generosidad de cualquier brizna que acabará siendo nada. Pero antes, habré disfrutado de esa brisa visual.

viernes, 18 de febrero de 2011


La inexistencia de los días

Hasta quedar varados.
Sí me permitieron los días:
vivir.
¿Que cómo puedo tenerme y, a su vez,
seguir los días?
Mejor dicho:
¿Que cómo puedo no tenerme y, a su vez,
que ellos sigan?
Se roza sin sentir, se habla en ese lenguaje mudo
que comporta el grito necesario.
Pido moverme hasta no contarlo,
hasta evitar la inexistencia de los días.


......................................................................................

jueves, 17 de febrero de 2011

Encina


Qué pienso de esa encina
en medio del campo
aislada
convencida de no estar sola
segura de pasar por la luz de todo.



. .

martes, 15 de febrero de 2011

Tan cerca


La vida del hierro, la lluvia de cerca.
El óxido se parece al verso escondido.
Por tener, tengo clavado el engranaje
del ansia, el nudo en la aorta, el viento
colocado en las pupilas. Por abrir,
redacto lo más claro de cada hueco,
el óxido como senda entrañable,
la cercanía de la madera,
el abrazo de mi casa que te abro.
Llueve y me vale tu gesto,
despido al acero
que hiere y no oxida.



Amor de lejos
es justo que te cante
pues canta el ruiseñor
y el río crece.
Canta el pastor
su dulce canto
alegre,
yo muero en cada nota
que me nace.
Podré tenerte tan cerca
que al mirarte de día y noche
mi canto llenes.
Duele este amor
que el beso esconde
y pierde el tiempo
aquel que espera que le abracen.
Oír tu nombre
se me hace puñal de aire
piedad no hay si amor de lejos hiere,
una canción con alas rotas
de muerte desnuda el verso al darle mi mensaje.

viernes, 11 de febrero de 2011

La noche

Anochece, la luna está oculta, las estrellas son transparentes. La pasada noche, la del sábado cinco, el cielo era multitud. Cuando uno siente tantas estrellas juntas emite un rugido al firmamento. Contemplar es una de mis acepciones. Sí, ¿es que tú, o Tú, no te sientes definición? Atrévete. Yo, Manuel, sé que vengo de muchos verbos. Y sé que tengo muchas acepciones. Contemplar es un verbo que te agrupa con lo demás, un verbo necesario. Necesito detenerme, tenerme entre manos, saber que todo lo bello es tocable, alcanzable. Necesito contemplarte, Noche. Necesito saber que permaneces.

jueves, 10 de febrero de 2011

Rubito hijo y Francisco Cortés


Reciente tengo el concierto que Rubito hijo ha dado en el salón de la facultad de Bellas Artes esta tarde. Ya le tenía ganas después de haberle escuchado su hermosísimo disco 'Tomillo y romero' del año 2003, del que pertenece la soleá que adjunto. Hay conciertos que a uno lo ajuntan más al buen flamenco. '¿Me ajuntáis?', decíamos mucho de pequeños en los pueblos. El buen flamenco ajunta sin preguntárselo. Bastó comprobar el control de voz que tiene Rubito, sin ninguna estridencia; bastó comprobar el toque minucioso, clásico y delicado de Francisco Cortés; bastó con que el sonido fuera perfecto; bastó con que no hubiera aglomeraciones porque a Rubito casi nadie lo conoce (me refiero al público en general, y eso que ganó la Lámpara Minera en el 2003). Disfruté, disfrutamos. Además, sus buenas letras tenían humor, ironía, picaresca y crítica social con gracia.





SOLEÁ cantada por Rubito hijo en su disco "De tomillo y romero" (Soleá por la que siento predilección.)

El tiempo pone remedio
y a los daños más sentidos
que no hay más sabio que el tiempo,
su remedio es el olvido.

Dejar de mirarme así
que son tus ojos candelas
y no respondo de mí.

Yo te miro, tú me miras.
Yo te hablo, tú me hablas,
este querer no es mentira,
pero hubo secas palabras.

Con que me mires me sobra,
ya ves con qué limosnita
mi corazón se conforma.

Que siendo hermosa,
¡ay!, hondas espinas
clavan las rosas.

martes, 8 de febrero de 2011

Coordenadas de intimidad

Estoy en medio del aire,
grabaré mi postura en lo sucesivo.
Moverme será la cuestión
o
llegar al movimiento cero
adonde los ojos cerquen
toda posibilidad del suelo.



domingo, 6 de febrero de 2011

Rescate

Rescaté esta mañana este reloj que paró en el año 2001. La muñeca de mi padre fue su pulso. Sabía que estaba en un cajón de casa. Hoy lo cogí. Le di toda la cuerda. El minutero no respondió. Pensé que ese mecanismo tan humano y tan sencillo se hubiera estancado. Con el dedo medio lo incité mediante dos toques de uña: reaccionó levemente. Insistí, el mismo toque, el mismo número: y avanzó de nuevo. Tercer intento y ya se precipitó el tiempo. Ahora ese reloj me tiene con todo su verbo de campo y trabajo. Bajo esa correa que no lavaré se ciñen sus días, los de él, los que yo le acompañé. Ves, Manuel, el tiempo como tertulia, la cuerda como baluarte de movimiento. Ahora el reloj es un caladero entrañable.





El pequeño reloj
He aquí otra manera de medir
Y gira y gira el llanto sin cesar,
Como el rosario, como la noria,
Como el mundo, como la espiral
Del mecanismo perfecto y perpetuo de un reloj.
El año, el siglo, el tiempo
El llanto y el tiempo contando los pasos.
Contamos el tiempo con las cuentas amargas de las lágrimas.
El pequeño reloj
Y también contamos el tiempo con el mar.
El mar movido eternamente por el viento
Que el mar también es un reloj.
El gran reloj
Una ola, dos olas, tres olas
Pasan los años y los siglos
Y las horas no cesan
Las olas van y vienen y se rompen
Hay más olas que estrellas
Y que granos de arena
Y contamos el tiempo
Con las olas amargas coronadas de espuma.

Yo no le temo a las olas
Ni a los grandes temporales
Yo le temo a tus ojillos
Cuando dejan de mirarme

Que me toque arrebato
Las campanas del olvido
Vengan y apaguen el fuego
Que esta gitana ha encendido

viernes, 4 de febrero de 2011

Azul desparramado

Azul siempre presente como corona y flores desordenadas con olor a cielo.
Aspirar el azul durante todo nuestro periodo de ojos. Ese azul que tan sólo huele a eso, a vegetal de cielo. Días después, lo que está seco hervirá. El clima de nuestra piel también es azul.
Azul, tan de parte de ser todo.

jueves, 3 de febrero de 2011

Epitafio de savia

Este pino talado se encuentra en una de las zonas que más atesoro: los pinares de Valsaín, en Segovia. Allí he trotado, corrido, andado muchísimas veces. Conozco sus regatos, sus arroyos, sus puentes. Beber en las aguas derretidas es una necesidad que siempre satisfago, metiendo el hocico en el el hueco menos turbulento del arroyo. Percibirme animal, eso es lo que me gusta sentir muchas veces. Dar dentelladas al aire bueno porque me lo merezco. Este pino lleva mucho tiempo talado. Se nota por esas pequeñas oquedades en su centro. Pero hubo algo de este pino que me atrajo: su resina y el par de pinitos incipientes que en sus ranuras se han instalado. Podríamos considerar la resina como un epitafio de savia. Otros árboles, como los olivos, reaccionan con brotes al ser cortados. Los pinos no son olivos y los epitafios nunca son muerte. Un animal muere en la sierra y su epitafio es vida hasta los huesos. Puzzle óseo. Siempre me intriga el movimiento que produce la muerte. Yo, de morirme, deseo savia viva como epitafio.





Epitafio (seguirilla), Chano Domínguez de su disco, ALMA.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Ortigas



Vente para liar el fuego
en este perímetro.
Nadie fusila aquí a las ortigas.
La muerte se desespera
si nuestro grito es vida.


Alegría callada, tema de Chano Domínguez de su disco Imán.