lunes, 6 de junio de 2011

Juan Carlos Mestre

El que vive en la patria de una mujer desnuda,
el hijo de la locura que llora médula de caballos
sumergido en el humo de su choza de adobe.

El poeta, Juan Carlos Mestre, de su libro 'LA CASA ROJA'



Aquí mismo, ya que no lo hice ayer en persona, quiero agradecer a Juan Carlos Mestre esa manera tan singular de dedicar con dibujos, en este caso con acuarela, sus libros. Pasad por sus poemas, por la vitalidad dichosa de sus palabras, por la argamasa que sabe hacer con la palabra y con lo que significa la tierra en su vivida porosidad. 'Antífona de Otoño ' es unos de sus mejores libros donde Amancio Prada pone voz grave a algunos de sus poemas. Su Nostalgia, por ejemplo:

La nostalgia es un pájaro que enciende su rumor en la noche

En una ciudad de provincia. En una ciudad con tiendas de ultramarinos y ángeles que cruzan el cielo en bicicleta. Es una tarde de domingo, a eso de la tibia luz del anochecer cuando aún no han dado las ocho.

Bajo la dulce curva de los soportales las muchachas como yedras fragantes ensueñan el melado torso de los jóvenes.

Mi memoria advierte esa dicha, el celeste vapor que los labios exhalan entre palabras secretas. Lo que recuerdo es hermoso, como el aceite que resbala de una tea encendida y fulgente se esparce sobre los cuerpos desnudos, sobre el súbito mármol de los amantes dormidos.

Lo que borda la ternura sobre los valles del Bierzo, lo que lentamente abolido aún palpita como un rubí en el melodioso pico de los pájaros. Así os he sentido, libres y gozosos días donde viví cansado por la luz, radiante, estremecido, hijo de la tristeza y los relámpagos.

En una ciudad de provincia. En una ciudad con escaparates y jardines y trenes silenciosos. En una oscuridad amenazada por el muro cinerario de la aurora.

El otoño era bello, nuestros pensamientos tenían la sonrisa del niño que se baña en el río. Como nacidos del puente o de la torre, como la piedra, despacio, el deseo de la aventura fue huyendo de nosotros, como la albahaca de los oteros de junio, como el jaspe que lanzado por la honda silba brillante hacia los cielos.

Llueve, esa gente que soy y que conozco ha salido a la calle, al céfiro suave de los dialectos del monte. La noche ha puesto lámparas apagadas en los nidos vacíos, solitarios pastores en las tristes cañadas del otoño.

Ya lo sabéis, como esa postal borrada por el sol que guarda en su zurrón un cartero celoso.


13 comentarios:

Tot Barcelona dijo...

me gusta ¡¡¡

Inés González dijo...

En menos de 24 horas tres entradas al hilo, veo que has vuelto y con potencia. Me alegro pibe que así sea, esto de los "apagones" nos perturban a los que te seguimos, ya nos tenías muy mal acostumbrados.
Sabés no me gusta esto que colgaste de Mestre, ni las acuarelas, ni el texto, me suena dulzón, y los dibujos con poca imaginación, con modelo gastado hasta el hartazgo.
Seguramente el libro será valioso, si te impactó por algo será, pero a mi no me llega.
Para gustos no hay nada escrito dijo una vieja y le puso cieloraso al horno.
Ya me prestarás ese libro y lo espulgaré bien.
Un abrazo pebete.

Inés González dijo...

Richard Galliano Grandísimo! Ese sí.

Tempero dijo...

Cabalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo. En Cavalo Morto cuando muere un caballo se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere un evangelista se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere Lèdo Ivo llaman al sastre de las mariposas para que lo resucite. Háganme caso, los recuerdos hermosos son fugaces como las ardillas, cada amor que termina es un cementerio de abrazos y Cavalo Morto es un lugar que no existe

J.C.M. Cavalo Morto, de su libro de poemas LA CASA ROJA.

Tempero dijo...

Inés:

Sabés que esta es una entrada de agradecimiento. No dudo de que Juan Carlos tenga el el bolígrafo bien adiestrado en un figura. A mi me puede parecer dulzona la paloma. Pero ya te conozco y a ti te van las entrañas y si me apurás un poco lo siniestro. Los chopos desnudos se que te fascinan, y más si los corta una rama azarosa en la copa.

Te dejo parte del poema homónimo de su libro LA CASA ROJA:

Las mujeres hermosas sueñan con acuarelas, sueñan con garzas y volúmenes y súbitos prodigios sobre las alfombras de lana. Yo vivo extraviado entre dos rosas de sangre, la que tiñe la calamidad de impaciente belleza, la que tiñe la aurora con su astro eucarístico. Mi voluntad tiene la cólera del orfebre, mi capricho tiene el óxido de tu frente de hierro

Tempero dijo...

La aman las luces de los aeropuertos, las señales amarillas que hace alguien desde más allá de la Tierra. Le sonríen en las pérgolas donde va a comprar la ciencia de las peonías, la belleza, el invierno. La ama el cuarto de hora en que existe el paraíso, los genios de la esperanza. La ama Paul que pinta la mitad de las casas, las cosas de medio lado, las causas ocultas. Ella sabe lo que puede esperar cuando la gente que algún día la quiso se ha ido muriendo. Conoce el diálogo y el silencio de lo real: por ahí pasó Paul.

Extracto final del poema 'La casa giratoria' de su libro LA CASA ROJA.

Tempero dijo...

Te amo por algo venidero que no tiene que ver con la felicidad.

Te cultivaré con entusiasmo en una maceta, te despeinaré los cabellos hasta que te parezcas a un árbol que regresa de hacer el amor. Luego abandonaremos este barrio sin luz y me entregarás a otro experto coleccionista de lágrimas.

Extractos de 'Veinte euros de gelatina de calabaza' de su poemario LA CASA ROJA.

Tempero dijo...

Soy un salmo sublevado de sonrisas ante la jubilación de un revólver.

De 'Atrapasueños', LA CASA ROJA.

Tempero dijo...

se besan intolerablemente destruidos bajo los patíbulos del recuerdo
no se dejan dormir se roen bajo pequeñas lámparas de cristal
no dudan en lo que reinan sus bocas cosidas como bolsillos recién
estrenados


De 'Baruj en la noche', LA CASA ROJA.

Tempero dijo...

...Cada cuarto de hora los lingotes de oro ejercen la mendicidad Cada cuarto de hora pequeños terremotos de iguana hacen tambalearse la torre del alfabeto fenicio Cada cuarto de hora el infinito se cambia la raya del pelo Cada cuarto de hora un sprint de ciclistas entra en el olvido Cada cuarto de hora un clima instantáneo cada cuarto de hora

De 'Informe sobre el orden público' de LA CASA ROJA.

Tempero dijo...

BERGIDUM

Cierva de oro,
junto a qué ciegas columnas generosas
os ha mirado la desolación triste del tiempo,
qué otra eternidad bajo la tierra os ha rozado
luz de la nieve,
agua o hierba conocerán tus ojos
si desde el abismo hacia lo alto una noche brillaran
y confundidos por la luz entrara en ellos
la fiebre o el gusano del otoño.
Sobre el ara de un dios hundidos en el barro
hemos ofrecido el corazón a los sarmientos,
oh roja intemperie, ebriedad en llamas,
quién derramará la roja lengua del vino sobre el mármol,
piedra antigua que labra lentamente el desconsuelo.
Aquí, en algún instante de este largo dolor
las muchachas que dormían bajo las estrellas
fueron lastimadas por el hermoso hielo de la muerte.
Yo no sé qué rosas de acero crecen bajo el rayo de la noche,
yo no sé qué posesión ni qué caballos,
esta ruina es generosa como el suave copo de las blancas ovejas,
esta ruina y su órbita y los ojos abiertos de la nieve.
Este es el árbol,
el tallo de marfil de mis antepasados,
la dignidad que silba desde el cielo.



Antífona del otoño en el Valle del Bierzo (1986)

Inés González dijo...

Hijole! que cantidad de textos, vos sos todo o nada, creo que te has "enamorao" enamorao de este Juan Carlos Mestre, se ve que exprimiste el libro y te dio el subidón de endorfinas.
Aunque sabiendo por dónde cojeas me huele a dedicatoria escondida, mimetizada, cual izquierdoso en la clandestinidad.
Mejor me voy antes que me des con un palo.
Ta bueno pibe que retornes encabritado.
Un saludito

Shandy dijo...

No me gusta el recitado, demasiado pomposa y ostentosa la voz para un texto de delicada nostalgia, le resta frescura. Pero sí me gustan algunos textos de este berciano.
El que dejas en la entrada es de mis preferidos, sin embargo Bergidum me resulta demasiado barroco y exclamativo. A Mestre lo podaría un poco. Y tú, ramíficate, ramifícate...