miércoles, 24 de agosto de 2011

Momentos



De la mesa a la ventana. De la mesa de Manuel Lledó a su ventana. Desde donde echa de comer a los gatos. Sólo a Él acuden si los chista. Manzanas de Casiano. Manzanas llenas de lucidez. No son esas manzanas de yeso a las que estamos acostumbrados en las fruterías. Éstas: manzanas de mano, de lienzo, de ojo mordido, de lengua perdida. Mirémoslas.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mossegar el cos nu, la materia porosa que es fa i desfá en el somni tàctil dels dits, oprimint-la, trossejant cada partió de carn per engolir-la amb parsimònia.

Isolda Wagner dijo...

Anónimo. Veo que no te gusta traducir. En fin, lo haré por ti esta vez.
"Morder el cuerpo desnudo, la materia que se hace y deshace en el sueño táctil de los dedos, partiendo cada ración de carne para deglutirla con parsimonia."
De nada, un placer.

Isolda Wagner dijo...

Gracias por mostrarnos estas manzanas. Las miro, las miro y seguro que saben a la niñez.
Besos siempre, Manuel

Inés González dijo...

Lengua o lenguas perdidas como la luna que agoniza roja en las aguas del Río de la Plata o en la plaza Verde de Trípoli.
Manzanas de mano y lienzo, como el cuerpo de Manuel Lledó bajo los árboles de una siesta caliente en la Ribera Sacra.
Manzanas necesarias hoy, no sólo para mirarlas, quizás también para imprimirnos un halo de esperanzas.