viernes, 24 de febrero de 2012

La Fuente nuestra


Acude como yo lo he hecho. El agua no se conjuga entre paredes, se salta el verbo detener. Desde animales con boca de dentellada hasta hormigas con boca de grano verás. La fuente se abastece de bullicio, de coloquios breves. El agua habla a su modo. Su forma de decir, lo que yo de ella interpreto, me premias con tu sed, que éso me diga en su forma: ¡ya es decir tanto! Acude si no lo has hecho. Brama allí el instante. Una aspersión de voces es su recorrido.


Nina Valeria, de Erik Truffaz (Mantis)

4 comentarios:

JosepMª dijo...

Amigo mio:
Precisamente,
una de las siete
(corporales)
obras de Misericordia
es:
Dar de beber al sediento.

y, solamente
los misericordiosos,
alcanzarán
la Misericordia.

Tempero dijo...

Seguro que tú alcanzarás la misericordia, amigo Josep. Siempre nos enseñas algo: Enseñar al que no sabe.

Shandy dijo...

A veces es el agua que brota de la fuente la que tiene sed, sed de la boca manantial del sediento que no quiere beber por temor al encantamiento.
"Me premias con tu sed". Poético lenguaje el de la sed del agua.

Besos esperando la sed de lluvia, en estos tiempos de sequía.

Tempero dijo...

Y que no lo deje, Shandy. Por lo menos hasta finales de junio. Los pastos, las raíces ya se han puesto a prueba este año.

Has ido al germen del poema. ¿Por qué no va a tener la misma correspondencia nuestra sed y la del agua?

Te invito a un trago cuando quieras, que ya va siendo hora.

Bicos.