viernes, 30 de noviembre de 2012

Alondra

.

Ves
la fugacidad silvestre.
Sus ramajes en tránsito
hacia un espacio invisible.
.
.
Eres traslúcido en la sensualidad terrestre.
Desprecias la opacidad del basalto y amas la vibración que 
                                                                     (dejan en el aire
pájaros fugitivos.

                        De Canción errónea, Antonio Gamoneda






Ten de todo, alondra.
Sé bienvenida un instante,
el que pide este temporal de sol
que no negocia con mis sombras.
Te veo, me ves,
te vas, me quedo,
me quedo,
blindo el teorema del vuelo,
sigo de pecho tu lejos,
tu cordel invisible.
Te sigo.


.



8 comentarios:

JosepMª dijo...

-Te vas.
-Me quedo.

Tantas despedidas.
Con sonrisas
y abrazos.

Lo jodido es recordar
sus rostros.
Hace tiempo que tiré
sus postales de Navidad
a la caldera.
Pero aún guardo
demasiadas fotografías.

Ahora,
la memoria me ayuda
a perder el miedo
a la muerte.

Tempero dijo...

La similitud entre la caldera y nuestra memoria es que los dos tienen en común el lenguaje de la llama. La de aquélla olvida cuanto entra, la de ésta, reactiva cuanto vuelve.

Mientras, querido Josep, volemos con Oliverio Girondo:



VUELO SIN ORILLAS

Abandoné las sombras,
las espesas paredes,
los ruidos familiares,
la amistad de los libros,
el tabaco, las plumas,
los secos cielorrasos;
para salir volando,
desesperadamente.

Abajo: en la penumbra,
las amargas cornisas,
las calles desoladas,
los faroles sonámbulos,
las muertas chimeneas
los rumores cansados,
desesperadamente.

Ya todo era silencio,
simuladas catástrofes,
grandes charcos de sombra,
aguaceros, relámpagos,
vagabundos islotes
de inestable riberas;
pero seguí volando,
desesperadamente.

Un resplandor desnudo,
una luz calcinante
se interpuso en mi ruta,
me fascinó de muerte,
pero logré evadirme
de su letal influjo,
para seguir volando,
desesperadamente.

Todavía el destino
de mundos fenecidos,
desorientó mi vuelo
-de sideral constancia-
con sus vanas parábolas
y sus aureolas falsas;
pero seguí volando,
desesperadamente.

Me oprimía lo flúido,
la limpidez maciza,
el vacío escarchado,
la inaudible distancia,
la oquedad insonora,
el reposo asfixiante;
pero seguía volando,
desesperadamente.

Ya no existía nada,
la nada estaba ausente;
ni oscuridad, ni lumbre,
-ni unas manos celestes-
ni vida, ni destino,
ni misterio, ni muerte;
pero seguía volando,
desesperadamente.

Inés González dijo...

Este Girondo te hace inspirar tan hondo, que duelen los alvéolos pulmonares, será porque se llama Oliverio, o porque es un grande.

Tempero dijo...

Gracias Inés, pero ahora te dejo esta bola de Paco Urondo, donde querer puede ser poder:

de la memoria puedo imaginar las interminables apuestas
y sus mañas de vieja tramposa
puedo no pensar en que distribuye los signos
de ese futuro tangible y ajeno





Como bola sin manija



puedo ir para un lado
puedo ir para otro lado
encontrar estuarios pálidos cisnes quietos
buques mansos que como a las nubes
me llevan de un lado para otro lado

puedo dar con lugares apacibles
o sombras excitantes
la primera piel de una mujer
el aroma de una mujer el sonido de una fiesta
puedo beber de cierto cuidado y enfermarme levemente
y sentir en las sábanas el olor del sol

puedo llegar a tener suerte en el juego y en la vida
puedo cambiar de vida y de nombre
puedo peinarme de otra manera
y vestir como nunca lo hice

puedo sorprender
ser irascible o piadoso
comprensivo con las mujeres
o despiadado con sus increíbles sentimientos

puedo como antaño volver a enamorarme
puedo padecer por un vago recuerdo
o tirar todo por la borda
o no soportar la memoria

–hoy te he recordado vagamente–

puedo reír y cantar
divertir a la gente
y esperar a que todos estén completamente locos
y ya no parezca tan divertido

puedo envejecer y enmudecer para siempre
y decir palabras sin mayor fundamento
puedo gozar de placeres fáciles y complicados

–eras alta antes de conocerte
y hoy no he recordado tu nombre
y pienso que otro día podré humillarlo–

puedo tener rasgos bondadosos
arranques de conmovedora caridad
puedo echarme a perder
o tener más hijos como si ofreciera
el más estupendo y bonito de los mundos posibles

puedo ambicionar una amplia fortuna
hasta puedo trabajar o pensar en el as de oro
o seducir a una adolescente frágil-como-un-pétalo-de-agosto

puedo hacer viajes exóticos morder la espesura de un follaje
jugar mi vida por unos diamantes impuros
o por lánguidos ojos saturados de sabiduría

puedo emborracharme aquí o en el extranjero
y caer exhausto en la turgencia de un muslo
o en el filo de una dudosa alcantarilla

puedo investigar o escribir luminosos párrafos
que abrirían por sí el futuro
puedo ser un intelectual responsable o desaprensivo
firmar o no firmar traicionar o jugar a la lealtad

puedo ser adorado
puedo ser odiado
tener amantes
distintas en su belleza singulares en sus caprichos
o no tener a nadie
y no guardar un solo recuerdo

puedo rechazar la ternura
o mendigarla como hace unas horas
puedo vivir alternativas viejas o recientes
fáciles y peligrosas

puedo elegir mi destino
aunque no sepa darle forma adecuada
ni por dónde empezar

puedo imaginar el tiempo que desconozco
luchar por esa o por otra dulce aspiración
puedo olvidar

–hoy no he podido recordar tu nombre–

de la memoria puedo imaginar las interminables apuestas
y sus mañas de vieja tramposa
puedo no pensar en que distribuye los signos
de ese futuro tangible y ajeno



Un beso, Negra.

JosepMª dijo...

¡Vaya ración de verso!

Con hermosas palabras
se pueden decir verdades
terribles.

¿De qué estamos hechos?
¿De barro
y aliento de un dios?

¿Por qué podemos sentir
tanto amor?
¿Por qué podemos odiar
hasta la muerte?
¿Por qué nos ahoga
la soledad?

¿Por qué sigo buscando?

¿Por qué,
en vez de escribirte,
no voy a tomarme
un pastel de manzana,
tres raciones de leche frita,
un café irlandés
y una razonable dosis
de Chartreuse?
(Verde, sin hielo)

Tempero dijo...

Marchando una ración de piedad tan en peligro de extinción en estos días tan convulsos como extintos. No conocía ese Chratreuse, pero benditos cartujos con manos tan santas. ¡Qué adicción a lo noble, a lo bien hecho en los monasterios, sean manos blancas o manos más enraizadas de venas! Puedo ofrecerte unos mazapanes de Casarrubios del Monte, Josep, los hacen en clausura y en silencio. Son un lujo, como la leche frita.
¿Por qué nos seguimos preguntando todo lo que nos hace convulsos? La última pregunta que te haces me la puedes hacer con un Chartreuse al lado. Que me escribas ya es un viento favorable, no lo dudes.

Ahí va esa ración de piedad, primero en original, luego traducida. Inmenso Ungaretti.

Continúa...

Tempero dijo...

LA PIETÀ (1928)

1

Sono un uomo ferito.

E me ne vorrei andare
E finalmente giungere,
Pietà, dove si ascolta
L’uomo che è solo con sé.

Non ho che superbia e bontà.

E mi sento esiliato in mezzo agli uomini.

Ma per essi sto in pena.
Non sarei degno di tornare in me?

Ho popolato di nomi il silenzio.

Ho fatto a pezzi cuore e mente
Per cadere in servitù di parole?

Regno sopra fantasmi.

O foglie secche,
anima portata qua e là…

No, odio il vento e la sua voce
Di bestia immemorabile.

Dio, coloro che t’implorano
Non ti conoscono più che di nome?

M’hai discacciato dalla vita.

Mi discaccerai dalla morte?

Forse l’uomo è anche indegno di sperare.

Anche la fonte del rimorso è secca?

Il peccato che importa,
se alla purezza non conduce più.

La carne si ricorda appena
Che una volta fu forte.

È folle e usata, l’anima.

Dio guarda la nostra debolezza.

Vorremmo una certezza.

Di noi nemmeno più ridi?

E compiangici dunque, crudeltà.

Non ne posso più di stare murato
Nel desiderio senza amore.

Una traccia mostraci di giustizia.

La tua legge qual è?

Fulmina le mie povere emozioni,
liberami dall’inquietudine.

Sono stanco di urlare senza voce.

2

Malinconiosa carne
dove una volta pullulò la gioia,
occhi socchiusi del risveglio stanco,
tu vedi, anima troppo matura,
quel che sarò, caduto nella terra?

È nei vivi la strada dei defunti,

siamo noi la fiumana d’ombre,

sono esse il grano che ci scoppia in sogno,

loro è la lontananza che ci resta,

e loro è l’ombra che dà peso ai nomi,

la speranza d’un mucchio d’ombra
e null’altro è la nostra sorte?

E tu non saresti che un sogno, Dio?

Almeno un sogno, temerari,
vogliamo ti somigli.

È parto della demenza più chiara.

Non trema in nuvole di rami
Come passeri di mattina
Al filo delle palpebre.

In noi sta e langue, piaga misteriosa.

3

La luce che ci punge
È un filo sempre più sottile.

Più non abbagli tu, se non uccidi?

Dammi questa gioia suprema.

4

L’uomo, monotono universo,
crede allargarsi i beni
e dalle sue mani febbrili
non escono senza fine che limiti.

Attaccato sul vuoto
Al suo filo di ragno,
non teme e non seduce
se non il proprio grido.

Ripara il logorio alzando tombe,
e per pensarti, Eterno,
non ha che le bestemmie.



Tempero dijo...


La piedad

1

Soy un hombre herido.
Y yo quisiera irme
y llegar finalmente,
piedad, a donde se escucha
al hombre que está sólo consigo.

No tengo más que soberbia y bondad.

Y me siento exilado en medio de los hombres.

Mas por ellos estoy en pena.

¿No sería digno de volver a mí?

He poblado de nombres el silencio.

¿He hecho pedazos corazón y mente
para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.

Hojas secas,
alma llevada aquí y allá...,

No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorable.

Dios, ¿aquéllos que te imploran
no te conocen más que de nombre?

Me has arrojado de la vida:
¿me arrojarás de la muerte?

Quizá el hombre también es indigno de esperanza.

¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?

El pecado, qué importa
si ya no conduce a la pureza.

La carne apenas recuerda
que tuvo fuerza una vez.

Loca y gastada está el alma.

Dios mira nuestra debilidad.

Queremos una certeza.

¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?

Compadécenos entonces, crueldad.

No puedo seguir amurallado
en el deseo sin amor .

Muéstranos una huella de justicia.

Tu ley, ¿cuál es?

Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.


2

Carne melancólica
donde una vez pululó la alegría,
ojos entreabiertos del despertar cansado,
¿ves tú, alma demasiado madura,
lo que seré caído en la tierra?

Está en los vivos el camino de los difuntos,

nosotros somos una riada de sombras,

y ellas el grano que explota en el sueño,

de ellas es la lejanía que nos queda
y de ellas la sombra que da peso a los nombres.

La esperanza de una gran sombra
¿sólo es esto nuestra suerte?

¿Y no serías tú más que un sueño, Dios?

Temerarios, por lo menos un sueño
queremos que sea semejante a ti.

Es parto de la locura más clara.

No tiembla en nubes de ramas
como pájaros de la madrugada
al borde de los párpados.

En nosotros está y languidece, llaga misteriosa

3

La luz que nos aguija
es un hilo cada vez más sutil.
¿Sólo deslumbras matando?
Dáme esta alegría suprema.

4

El hombre, monótono universo,
cree acrecentar sus bienes,
y de sus manos febriles
no salen, sin fin, más que límites.

Pegado al vacío,
a su hilo de araña,

no teme ni seduce
más que a su propio grito.

Evita el desgaste haciendo tumbas,
y para pensarte, Eterno,
no tiene más que blasfemias.


Versión de Jesús López Pacheco


Abrazos.