miércoles, 2 de enero de 2013

Si ya tu pecho...

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Si ya tu pecho...

sí, ya mi pecho
clava una estaca
en tu boca.



Bulería del corazón de Son de la Frontera


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6 comentarios:

Inés González dijo...

Esta foto es bellísima, pido a los que siguen a Tempero, que la amplíen, así podrán disfrutar de su verdadero contenido, de esos detalles de la corteza y la carne lacerada del árbol.
Estos ritmos lentos tuyos, despojados como una fotografía de Blossfeldt, de todo abalorio, son de inspiración honda, para luego expirar.

Inés González dijo...

Manuel, no te dije nada, pero esta bulería pibe, es descomunal!
Grandísimo el flamenco en esta elección.
Negra burra, me dirás, el flamenco siempre es grandísimo, no sólo en esta elección!

JosepMª dijo...

Sombras
y mucha Luz.
Espacios
(inmensos)
en la fotografía.
Materia sajada.
¿Madera
o carne impaciente?

Ritmo de corazón
en la bulería
(envolvente)

Boca.
Pecho.
Corazón.
¡Vaya metáfora!
Tempero,
con la estaca
clavada...

La Vida misma.
De cabo a rabo.

Me parece notar
que
amas fuerte.
¿Eh?

Sólo
por Amor
vale la pena vivir.
Lo demás, es polvo.

Ojalá que te vaya bonito.


Ventana indiscreta dijo...

Mira el poema que el de Bololo Teatro recitó en su monográfico Caminos (Ya he dado con él)

Tenías para uniros
únicamente kilómetros
de tierras rojas y un río
que desciende cada vez más despacio.

Pasaron treinta días.
Cambió el color de la tierra.
También creció la lentitud del río.

Ahora estás esperando
en medio del campo y sientes
la serenidad de los árboles
y la vibración de los pájaros.

Miras los montes, miras el aire
y se te representa la justicia de las cosas,
es decir,
la poesía de las cosas.

Y tú bien sabes por dónde
tu compañera va a llegar,
por dónde anda hacia ti,
de qué pueblo desciende.

Y, de pronto, la ves
sobre el camino: tiene
forma de juventud, parece
un chiquillo que, de pronto, ha adquirido
serenidad de madre.

Andas cien pasos.
. Ya ves
cómo le tiemblan los extremos de la boca
porque te ama y tiene miedo.

Y ahora ya la has rodeado con tus brazos
y tocas la dura suavidad de los hombros
y trozos, frescos unos y abrasadores otros, de su cuerpo.

Y de pronto te das cuenta de que huele mucho
a ella misma y a mujer y a algo
desconocido aún, y lo respiras.

Entonces los dos os sentáis en la tierra
y pones la cabeza sobre su pecho
y la oyes vivir.

Te sentirás seguro en el mundo.
Habrás sabido que no hay soledad pero que hay
algo más fuerte y más útil y hermoso.

Conocerás el destino
y crecerá tu paz al acercarse la noche
y al ir sabiendo que la vida es
una inmensa, profunda compañía.


Por supuesto, de Antonio Gamoneda (de Exentos I)

Anaís dijo...

Siempre me ha fascinado la anatomía de la madera, del latín "materia".

Materia de luz y sombra.
(Re)creación.

Hermosa imagen.

Tempero dijo...

Anais,

en las materias muertas encuentro yo mucha vida. ¿Hasta adónde alcanza la vida, pues? Ese es un olmo, un monumental olmo seco, seco por esa seca llamada grafiosis. Pero vivo sigue para mí, enseña su anatomía, su pecho.
Creo que siempre se recrea más que se crea.
Mi blog está inundado de materia, de madera.

http://tempero-koroneiki.blogspot.com.es/2011/02/bella-descomposicion.html

Gracias por acudir a este rincón.