jueves, 3 de octubre de 2013

Azadón de plata

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Hace ya dos años que pasé por ese olivar de Palenciana, Córdoba. En su momento detuve allí esa silla que tanto interroga a lo que ve. Quizá ella misma se responda con más preguntas. ¿Por qué se arrancaron esos ejemplares de olivos centenarios, majestuosos, maravillosos, de esa tierra? ¿Por qué tanto criterio económico nos lleva a tanto desfase?
Ya sabéis de mi amor hacia el olivo, hacia cualquier árbol, a la naturaleza.

Hace unos días mantuve una conversación con Genaro, un agricultor/hortelano de Perales del Tajuña, aquí en Madrid, pueblo en el que tengo una huerta. Le hable de tantos olivares perdidos, le mencioné las pocas ganas de recuperarlos. Él me hablo de cuando tardaban 5 días su hermano y él en arar un olivar camino de Villarejo; también de cuando en un día le daban dos vueltas por hacerlo ya con tractor. Pero algo hermoso me dijo a propósito de mi mención hacia la generosidad de los olivos, así pasen los años:

Recuerdo una cosa que decía mi padre, el hombre, sobre los olivos. Decía que al olívo había que cavarlo con azadón de plata.

No sé si con azadón de plata, pero lo cierto es que a un olivo a nada que lo cuides te da.

Aún sigo creyendo en la raíz de lo puro. Sé que existe aunque nos empeñemos en avasallarla.


La raíz de lo puro, de Antonio Rey, de su último disco CAMINO AL ALMA.

6 comentarios:

Carlos dijo...

Muy bonito, Tempero. Beethoven decía que prefería un árbol a un hombre... Claro, él era un genio, y podía permitirse ciertos excesos. Yo, que soy un hombre de a pie, puedo asegurar, sin miedo a cometer excesos, que prefiero muchos árboles a muchos hombres; y lo mismo vale para los animales.

Gracias, Tempero, por todo

Tempero dijo...

No hay de qué, Carlos. Todo lo que aquí vierto son mis obsesiones. La principal: la dignidad de la vida, así, con mayúsculas o con minúsculas y sus 'secuelas' dentro de la creación.
¿Eso decía Beethoven? Yo voy más allá, y eso que también soy de a pie: muchos hombres no merecen vivir. No sé cuantos, pero muchos. El mundo iría mejor. Un broker o un grupo de poder genera más hambre y más muerte que una plaga. Así pues, fuera ellos.

Y gracias a ti he descubierto muchas cosas (muy eximias).

Un abrazo.

Inés González dijo...

Soberbio este tema de Antonio Rey, me ha encantado, como estas fotos que desconocía.
Son muñones de olivos, como puños humanos cercenados, esa última de las raíces despanzurradas es magnífica, y esa silla que asiste, que asiste, que asiste...

Tempero dijo...

Antonio Rey es de la estirpe de nuevos tocaores que mantienen la guitarra serena. Un disco este suyo muy recomendable. Sé que a estos temas que no tienen cante tu fino oído Bostridgiano se acerca más.
Lástima que este olivar haya terminado así. Y sé que tanto a ti como a mí nos cautiva la estética de la muerte.
Y la silla: espero que no se me anquilose.

Un beso al modo icariano: al vuelo.

JosepMª dijo...

La silla entre desolación.
Los preciosos tocones
reaccionan,
generosos,
con tiernos brotes.
Deforestar
un olivar,
un bosque
o una selva,
es extirpar,
a pedazos,
los pulmones
de la Madre Tierra.
Quien arranque un árbol,
ha de plantar tres.
Y, ni así compensa.

La guitarra de Antonio Rey
es de maestro.
Sonido ágil.
Depurado.
Hondas raíces.

Gracias.
Un abrazo.

Tempero dijo...

Querido Josep, ya ves la profusión de incendios que cada año asola los bosques, ya ves que sólo los criterios económicos dominan en la plantación de los nuevos árboles productivos. Hace poco leí y vi cómo agricultores de Mallorca viviían bien en la zona de Sóller con sus limoneros: ahora ya no pueden sacarlos adelante porque no resulta económico ese tipo de explotaciones. La gente reclama un nombre: limón, por ejemplo, y no mira ni de dónde ni en qué condiciones. Así nos irá.

Allá por el 185, un gran escritor del que te recomiendo sus diarios, Henry D. Thoreau escribía esto:

En mi experiencia, no hay nada tan opuesto a la poesía (ni siquiera el crimen) como los negocios, Se trata de una negociación de la vida.

Te dejo enlace:

http://www.capitanswinglibros.com/catalogo.php/el-diario-1837-1861

Antonio Rey es formidable.

Abrazos.