domingo, 26 de enero de 2014

La tinta y su ansia XV

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Como en fruición la fruta se deshace
Y su ausencia en delicia se convierte
Mientras muere su forma en una boca,
Aspiro aquí mi futura humareda,
Y el cielo canta al alma consumida
El cambio de la orilla en sus rumores.

Paul Valery (EL CEMENTERIO MARINO)


No escaparán a mi lengua los cinco sentidos.

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3 comentarios:

Inés González dijo...

Estos versos de El Cementerio Marino de Válery tienen la belleza del ala de un colibrí, evocan e invitan sólo al gozo y a la contemplación, a esos estados casi de pura levitación.
Había olvidado esta vieja foto! cómo se "coló" el amarronado fruto en la primigenia serie de Adormideras silvestres, ahora a la distancia adquiere más belleza su color, casi un burciatta, muy intenso...
Gracias por traerla del recuerdo Tempero.
Exaltan sin duda los cinco sentidos!

Inés González dijo...

Dice Rafael González Serrano casi al final de un análisis del mítico poema "El cementerio marino" de Valéry:

Es cierto que se trata de un poema meditativo, reflexivo, pero no por ello deja de lado las cuestiones vitales; es más, lo esencial es precisamente la afirmación de la existencia, del cuerpo vivo frente a la rigidez de lo absoluto, que es tanto como decir la muerte. Por ello, aunque, en un principio, el hombre quisiera fundirse con el No-Ser en el éxtasis, el cuerpo le impulsa a rebelarse. Cuerpo sin el que el alma no es nada. A ésta le asiste como aliado el mar, que es un símbolo de la conciencia. El sol, por el contrario, es un símbolo de lo absoluto, del No-Ser. Y, aunque la vida sea frágil y se deshaga como una fruta, es el tesoro que poseemos. El hombre, con sus limitaciones y defectos, con su finitud, contra la inmortalidad y eternidad divina.
No obstante, no puede haber sino aproximaciones a un texto, las interpretaciones son falibles y limitadas, pues como diría el propio Valéry: “No existe el verdadero sentido de un texto. Ni la autoridad del autor. Sea lo que sea lo que haya querido decir, ha escrito lo que ha escrito”.

La vida es frágil y se deshace como este fruto, como el corazón cavernoso de estas adormideras, es el Tesoro que poseemos...

El peletero dijo...

No, no escaparán porque en la piel llevo a los cinco contigo

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Apaga estos ojos míos: no dejaré de verte,
si me tapas los oídos podré igualmente sentirte,
y podré sin pies ir hacia ti
y sin boca podré aún conjurarte.
Quítame los brazos y te cogeré
con mi corazón como si fuera una mano;
párame el corazón, latirá el cerebro;
y si a mi cerebro prendes fuego,
entonces te llevaré en mi sangre.

Apaga estos ojos míos. Rainer Maria Rilke