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No sé si a alguien, o a mí mismo, quizás, le oí que la infancia es la parte más desarmada de nuestra música. También que los sueños son esclavos de la luna y que conviene mecerla para hacerte con alguno. Ahora ya no sé que creerme, pero miro a la luna como si tuviese los pies llenos de granujas y deseo que me canten una nana con la voz casi muda.
Letra traducida del árabe en la fotografía de abajo.