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Dicen que el suelo se acaba cerrando. Lo vi abrirse bajo los gritos de los manzanos. Dicen que el suelo es una gran cicatriz constante. Lo vi curarse de inmediato cuando la liebre no paró de correr. Dicen que es viejo. Enhebra viento bajo las piedras que codician su peso. Dicen de su rendición. Las banderas que llevan los lagartos recorren el sol que arde al movimiento. Hablan de su escaso color. Notorio es el permiso de los camaleones para enrojecer los horizontes. Alguien escucha la ceniza acumulada. Los árboles viejos hacen recuento de los metros hallados donde vocear su clorofila. Dicen de la tierra hallada de ciudad. Sí, un cerrojo abatido tras una vida es un hábil adelanto en la dentadura de la ciudad, de tierra en espera. Dicen de la tierra del campo. Basta con cruzarla abierta, de lado a lado.