Lucas es un tipo que ha dado mucho de sí en su vida laboral. Harto y ojo avizor de lo destructuctivas y asoladoras que son las relaciones personales decidió crear una empresa que llamó Navelina. Navelina no es el nombre de ninguna rusa ni ucraniana. Es una variedad de naranja entera. Y como no tenía ganas de exprimirse en el nombre decidió dotar de medias naranjas a quien las necesitase. Más o menos su empresa es una agencia matrimonial. Pero no es necesario casarse. Tiene ubicada su empresa en un antiguo chalet.
Elisa. Elisa es la mujer que llevó a Lucas por la calle de la amargura. No se me apuren, porque perfectamente pudo ocurrir al revés. A veces, la calle de la amargura es asfaltada por ambos.
Ella. Ella es Teresa. Diréis que la mujer de la limpieza. No. Ella da para más. Quizá tenga un instinto felino o quizás vierta la clave de todo lo sucedido.
Ellos. Ellos, los que estaban de fiesta son tan irrelevantes como lo que comerá el gato. Ellos, en ese momento del relato, formaban parte del desagüe emocional de Lucas.
Gato Negro. No tiene nada que ver con el gato blanco de Kusturica. Tampoco tiene que ver con las lanas del gato negro. Abrúptamente: el gato negro es el cómplice.
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jueves, 28 de enero de 2010
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