domingo, 28 de noviembre de 2010

Inquietudes


Hace un rato, al ojear/hojear, unas ciudades invisibles de Calvino me encontré en una de sus ciudades del deseo un folio doblado en cuatro cachos. Un título y cuatro versos de hace unos cuantos años que decían:

Favor a un espejo

Mirar lo de ti en Ella,
eso sólo me pides, sólo eso,
sin apenas Tú saber que para eso
Ella me tiene que mirar.





SOLEÁ cantada por Rubito hijo en su disco "De tomillo y romero" (Soleá por la que siento predilección.)

El tiempo pone remedio
y a los daños más sentidos
que no hay más sabio que el tiempo,
su remedio es el olvido.

Dejar de mirarme así
que son tus ojos candelas
y no respondo de mí.

Yo te miro, tú me miras.
Yo te hablo, tú me hablas,
este querer no es mentira,
pero hubo secas palabras.

Con que me mires me sobra,
ya ves con qué limosnita
mi corazón se conforma.

Que siendo hermosa,
¡ay!, hondas espinas
clavan las rosas.