domingo, 26 de diciembre de 2010

Lo

Susurro y poema

Si te demando y acudes,
si me demandas, acudo,
si percibo que vines, ensancho.

Bajo mi muerte eso no ocurre,
que te llame, que yo vaya,
que tú acudas,
bajo mi muerte ni tan siquiera escribo,
se esconden todos los pergaminos
que invitaron a vivir,
bajo mi muerte,
acudo y silbo
a lo que ya no soy.


Si te demando y acudes,
si te demando y acudes,
ese metrónomo que espero,
tan abierto al silencio,
tan cerrado a la muerte.


Si me demandas, acudo.
Hasta en la agonía te demando,
más allá, la fuente es un recurso de los vivos,
y la nieve un pleito a favor del frío.
Por eso, demandar surge, urge.
Me amenaza la vida con vivir
y sé que tú, muerte,
eres un desperdicio
como otro cualquiera,
por eso te reto mientras ame.


Si te demando y acudes,
(y sé que ahora me oyes),
si te demando y acudes,
qué podrá hacer la muerte
sino cavilar su espera.


Si me demandas, acudo,
que sea eso un susurro estentóreo,
que la vida lo alabe por el sólo hecho
de concedérnoslo.