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Llegué con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
(Miguel Hernández)
Llegué esta mañana a las uvas.
También hieren de dulce.
Uvas perfectas para un vino
inexistente.
Allí quedaron,
para un vuelo,
o para mi boca,
o para la tuya,
cerrada,
sin previo aviso.