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Parecido a la quietud
es no moverse
y alargar ciento la mirada.
A la noche,
quizás una llama nos desconcierte.
Seguir viendo,
aunque de ahí parta el lloro.
(Ahora comprende uno porqué los Islandeses tocan como tocan).
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Siempre hay algo que cruje, algo que empuja, algo que precisa ser observado. La sensación de que alguien alberga algo, o de que algo siempre alberga alguna cosa.