Que a cada vivo vuelo
una rama lo proteja,
una roca lo interprete.
Sean, si se quiere,
esos tres versos iniciales,
un lema
para no pasar nunca por alto.
Si un ave vuela, un ratón corre,
una perdiz canta sobre la escarcha,
un arroyo menudea con cualquier oído,
aunque se sea sordo,
y más cosas ocurren,
todas en cadena,
en cadena libre.
Lo digo, me lo digo,
no hallaré jamás desperdicio
en un vuelo,
hallaré longitud, envidia,
y cierta mofa
a la gravedad,
al plomo
y a todo aquello
que a la muerte vincula.
Vivo te veo
vuelo.
Te aplico el lema
desde mi reposo.
Calima, de Gerardo Núñez (Versión 1)