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En una esquina de la terraza de mi cocina está la araña.
Ella y su casa, yo y mi tela. Y el otoño enfrente.
La quietud y el sol: mis oraciones de ahora en adelante.
No sé si ella sabrá que la deseo
y más si la luz me extiende su geometría.
En su tela mis ojos son teoremas que no se demuestran.
Cualquier mínimo insecto no pensaría como yo.
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1 comentario:
Las telas de araña son una maravilla, no me extraña que el hombre las haya admirado desde hace mucho. ¡Preciosa imagen!
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