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Desde mi ventana toco
cada día
el reino vegetal
la sencilla conmoción
de estar vivos
ni la palabra
ni el pincel
hacen la oferta
de un árbol.
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Siempre hay algo que cruje, algo que empuja, algo que precisa ser observado. La sensación de que alguien alberga algo, o de que algo siempre alberga alguna cosa.
2 comentarios:
Pues tienes toda la razón, Tempero, ninguna acción del hombre por más artística y sublime que sea, se puede comparar a la belleza de la naturaleza. A su esplendor y ritmos sagrados, a su ofrecimiento generoso sin nada a cambio de los pulsos de la vida.
A nosotros, los mortales, sólo nos cabe la contemplación.
Preciosa vista te regala ese noble árbol.
Abrazos fuertes
Anoche asistí a un concierto magnífico en el Jazz Fest de Sarajevo, un virtuoso deslumbrante nos cautivó con su acústica, Al Di Meola, un norteamericano con años en la guitarra y el jazz fusión.
A ti te habría encantado, porque este portento se baña en las aguas del flamenco, ha tocado muchas veces con Paco de Lucía.
Los eslavos lo aplaudieron a rabiar, se lo merecía.
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