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Ayer, en una pequeña papelería de barrio que también dispone de los aparatos necesarios para jugar a la lotería:
-Écheme este boleto para el viernes.
La dueña, a la vez que me cogió el billete, le dijo a un hombre mayor, recién entraba:
-Horacio, si ya viniste esta mañana ya a echar la lotería.
-¿Ah, sí?, -y se dio media vuelta.
Nos quedamos mirando la dueña y yo el tiempo justo.
(El olvido está lleno de memoria.)
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