.
El viaje apagado
de tus rodillas,
madre,
se mide en fuego,
en lluvia,
en barro.
Ahora que sujeto
tu andar
percibo
más que nunca
la aridez de los huesos.
Ayer,
distinguías bien
las flores emergidas
en un descampado:
de la malva
rabiosamente
dijiste:
aguanta hasta el fuego.
.
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