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¡Ay, la escritura!, nuestro andar más torpe de lo andado, de lo que otros han andado, de lo que andarán. Andaba ayer por una chopera y de pronto me puse a escribir a la par de mis pasos, era andar y bajar los ojos a las hojas, ahora que tiemblan las hojas de color, ahora que despiden su última clorofila, ahora que todo el cartonaje de sombra comienza a despedirse, y yo hablándome, escribiéndome, reescribiéndome, facilitando la entrada de un beso, encogiendo lo más posible la muerte
de a quién he querido tanto, abriendo las compuertas -quizás esta palabra ya la han utilizado mucho- del tiempo, denunciando el exceso de silencio y la falta de canto, y si me paraba iba más ligera la escritura, y si escarbaba, ahondaba a mis diez años fugándonos constantemente en el juego, y sí, al final, el paseo, el entorno, el retorno. ¿Y si escribo de verdad? Pues a ello, aunque sea nuestro andar más torpe, nuestro tropiezo asegurado con lo que otros hayan dicho o sentido de forma similar.
2 comentarios:
A veces he pensado eso de: "ya está todo escrito"
Pero en realidad, nada está escrito, si lo escrito es sincero con uno mismo y uno mismo es único...
Y mucho menos lo que tú escribes...
aunque seas muchos...
Besos a uno único,
Pi
Pues sigue andando y escribiendo.
Seguro seduces a las hojas (las de papel y las otras) y a los que te leemos.
Los tropiezos ya nos los han cargado a nuestra cuenta antes, mucho antes de empezar el camino.
Con hojas doradas te mando un beso.
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