Se imaginó ese caballo negro. Dejó de imaginar porque hacia ella venía. Veloz, encogiendo el aire.
Caballo loco, cielo en huracán venido al suelo. Hacia ella no uno sino un delta de caballos. Hacia ella, hacia el mar. La sangre que vierte su ola en las manos. El desbocado olor del tomillo, la estepa, la delicada y fuerte calidad del trote. ¿Qué podía aventajarla ya?
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