domingo, 20 de octubre de 2013

Pardal


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no quiero ser del calibre veintidós
ni hacer un mundo triste para los pájaros
ni ojear a ninguno en su reposo
si elijo algo es la condenada
melodía de su canto
su permanente luz

El Cant dels Aucells, Jordi Savall, MARE NOSTRUM


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5 comentarios:

Inés González dijo...

Esta imagen tan potente, tan extremadamente triste y bella a la vez me lleva por derroteros filosóficos. A ese concepto del Rest ( alemán, en el sentido de "residuo", de desecho o de huella) al que Derrida analizaba al afirmar que el Resto no permanece como un ente.
Permanecemos en los restos? en esa disgregación de la materia?
O somos en cuestión ceniza, sin espíritu, sin fénix, sin renacimiento y sin destino?
La imagen depredada del gorrión nos acorrala, nos cuestiona de qué calibre son nuestros plomos, si 22, 32, 45 o 9 milímetros, muchos se decantarán por los catalogados como armas de guerra, y unos pocos nos refugiaremos en la condenada melodía de sus cantos, quizás con la infantil ilusión de permanencia de no ser cenizas...

Inés González dijo...

Se me olvidó decirte que es magnífica esta versión de Jordi Savall, me ha gustado mucho!

Marga dijo...

Uff qué fotografía!

Y yo tampoco quiero tener calibre, ninguno. También me gustan, ya ves, el canto y la luz.

Y estos días esperando ver pasar grullas (aún no han llegado. Por tus tierras sí?), su sombra y sonido.

Habrá que esperar...

Tempero dijo...

¿Permanecemos en los restos?, pregunta Inés, ¡Por supuesto, respondo. Evocar euna de las cosas más dulces y más sangrantes a la vez. Y los restos contribuyen más a ello que ninguno, y tú lo sabes. Sin restos la evocación es más lánguida. El resto ilumina, nos contrae, nos relanza: hasta que nosotros acabamos siendo restos.

Besos.

Tempero dijo...

Ayer por la tarde, mientras salía por la tarde del trabajo, en pleno campo, vi ya las grullas, Marga. Pero siempre me pasa lo mismo: primero las oigo.

Y tú, ¿las has visto?