domingo, 7 de febrero de 2010

Hecho Real

A.KOESTLER (Hungría, 1905-1983)

EL VERDUGO WANG LUN

Cuenta la historia que había una vez un verdugo llamado Wang Lun, que vivía en el reino del segundo emperador de la dinastía Ming. Era famoso por su habilidad y rapidez al decapitar sus víctimas, pero toda la vida había tenido una secreta aspiración jamás realizada todavía: cortar tan rápidamente el cuello de una persona que la cabeza quedara sobre el cuello, posada sobre él. Practicó y practicó y finalmente, en su año sesenta y seis, realizó su ambición.
Era un atareado día de ejecuciones y él despachaba cada hombre con graciosa velocidad; las cabezas rodaban en el polvo. Llegó el duodécimo hombre, empezó a subir al patíbulo y Wang Lun, con un golpe de espada, lo decapitó con tal celeridad que la víctima continuó subiendo. Cuando llegó arriba, se dirigió airadamente al verdugo:
-¿Por qué prolongáis mi agonía? -le preguntó-. ¡Habíais sido tan misericordiosamente rápido con los otros!
Fue el gran momento de Wang Lun; había coronado el trabajo de toda su vida. En su rostro apareció una serena sonrisa; se volvió hacia su víctima y le dijo:
-Tened la bondad de inclinar la cabeza, por favor.



El hecho real fue que a un compañero con bastantes problemas familiares-que desconocía- a punto de jubilarse le dejé una antología de cuentos e historias mínimas de los siglos XIX y XX y le señalé este relato como fascinante y sin ninguna pretensión más allá de la meramente literaria. Al día siguiente mi relación con Pedro se descalabró y fue poco menos que traumática e huidiza. El me había traído a cambio un ejemplar de Un día en la vida de Iván Denísovich de Aleksandr Solzhenitsyn.

11 comentarios:

alicia dijo...

Fascinante relato.Hay que tener cuidado con las recomendaciones literarias. Un libro puede ser como el filo de la espada de Wang Lun y no dejar títere con cabeza. Sobre todo si el lector es susceptible... Abrazos sorprendidos

Amando Carabias dijo...

Esto me recuerda una historia que me ha sucedido o me está sucediendo. La diferencia es que tú sabes (aunque sea incomprensible) la espada que decapitó el cuello de la relación, yo aún estoy por adivinarlo.
Cosas de las letras, com bien dices.
Y me imagino (ahora que el tiempo me hace intuirte) que el libro de Solzheitsyn tampoco es ajeno al relato, pero como desconozo su contenido...

Inés González dijo...

Transferencias, prejuicios, ataduras, pero fundamentalmente prejuicios son los que decapitan relaciones, sobre gustos en el arte, la literatura y la música felizmente hay un universo inabarcable, hay quien se fascina por lo monstruoso, otros por la belleza sublime, el rock más duro y el flamenco más hondo. Seguramente tu amigo teñido por el mal momento temió haber descubierto un punto perverso en tus gustos, no todo el mundo puede disfrutar con el desenvolvimiento y el juego de las palabras.
Por cierto el relato me gustó mucho, sobre todo el párrafo final, con ese humor negro lascerante.
Un abrazo fuerte

Caminante dijo...

¿Mencionaste la soga en casa del ahorcado?

Besos: paquita

Anónimo dijo...

Interesante y atrapante.

Cuidado con las recomendaciones. jaja.

Un abrazo.

Chino.-

Tinta de aterrizaje dijo...

Literariamente es perfecto, cerrado.
Aplicable a la realidad: dependiendo de la longitud del filo.
En los tiempos que corren deberían correr cabezas sin necesidad de ser cortadas.

Repito, relato ejemplar. Lo recomendaría sin duda.

Flamenco Rojo dijo...

Al margen de que haya que tener mucho ojo con lo que se regala...ese Wang Lun era un cabrón.

Un abrazo.

JosepMª dijo...

Este corto relato,
va más allá de la narrativa.

Tal vez (no) sea
(solamente)
un fascinante artificio
de literatura,
de ironía
y de humor(negro)negro.

Lo leo
y se me erizan
los pelos del cogote.

¡Qué horror!
¡Qué espanto!

Isolda Wagner dijo...

Tempero, tu quieres que yo no duerma esta noche! Prefiero las alegrías clásicas de la otra casa.
Como anécdota, genial. Pobre hombre, se jubila y le sueltas un cuento chino y además de un húngaro...
Besos con el corazón en la mano.

PS. Creo que voy a reflexionar sobre esta frase.

mateosantamarta dijo...

Estoy seguro de que te sorprendera esta casualidad. Un abrazo
http://wwwalasdemariposa.blogspot.com. Puedes acceder desde mis blogs.

ybris dijo...

Moraleja: no recomiendes lo que acaso duela.
Lo difícil es darse cuenta de ello.
De todos modos, el relato es espeluznantemente perfecto.

Un abrazo.