Siempre hay algo que cruje, algo que empuja, algo que precisa ser observado. La sensación de que alguien alberga algo, o de que algo siempre alberga alguna cosa.
Encontré esta madera larga fuera de su lugar. Su lugar hubiera sido el alto techo, la parte de la casa que evita que el cielo penetre en las habitaciones. Una madera larga que se intuía cuadrada. El agua y el tiempo se toman siempre su labor de modelado. Modelado a la inversa de algo vivo: desaparecerlo. Pero si hay algo vivo en una viga eso son sus nudos. Un nudo ejecuta su hueco cuando ya no le queda centro. En un nudo se advierte la sangre más perpetua. En un nudo se habla el lenguaje de la nieve, el del calor, el de la noche. Se habla del perfil de la soledad en un nudo.
Me gusta esta seguirilla. Es sobria, no tiene guitarra y se cantan cosas que llegan al paladar. Este es el flamenco que me gusta. No hay alarde, hay sentimiento. Y el compás marcado a golpe de palo. Creo que a Pedro y a la Polverita también les va a gustar. Y al resto también.¡Por las puertas abiertas!
Bernarda de Utrera cantando una siguiriya emocionante dedicada a su hermana Fernada.
Ay,ay, puertecitas yo no tenía primo yo donde llamar. Con qué fatigas yo llego a la tuya, la encuentro cerrá.
Ay, ay, primito mío mi alma que bien te camelo como te quiero, como te camelo porque tu tienes la cara muy gitana y el pelo muy negro.
Ay, ay, qué fatigas más grandes me has hecho pasar qué vergüenza más grande me has hecho pasar yo ando pidiendo yo estoy pidiendo de puertecita en puerta para tu libertad.
Ay, ay, qué fatigas me dieron ganas de llorar. Cuando sentí, cuando escuché el pitito del barco la máquina andar.
Quién dio aquel tirito que en mi puerta dio que los umbrales de mi casita los derribó.
Alguien es terco sobre el techo. ¿O es que oímos de más cuando ya todo ha caído? La divisoria de una habitación, un segundo piso. Quiero subir, quiero cerciorarme de que no sólo el agua sobrante es quien da voz a la madera. No quiero ver un tejado desposeído. Tan vertical, tan hiriente la lluvia para una casa sin sus tejas ya destejidas. Tan lluvia. Lluvia y árbol, tándem de vida. Lluvia y madera, el otro tándem. Pero las cosas tienen su manera de perecer: antes mudan su color, antes se van despojando de todo lo que les hizo servibles, hasta llegar al cacho más menudo. Alguien es terco sobre el techo.
Bordeándolo todo. Mi fantasma bordeándolo todo. Pasé a todas las habitaciones. En muchas aún queda la pared divisoria, en otras está semiderruída. Pero yo no paso sin llamar. Paro, me asomo, escaneo el perfil de vida que allí pudo haber. Mi fantasma es el que toca, el que incluso raspa, el que toma las delicadas muestras del pasado para verlas con amplitud. Esa pared como de sistema nervioso, llena de sinapsis. Aún vive, aún permite lluvia. Se sirve de que alguien crezca a su lado. Creo que hay en toda derrota un momento sublime y doloroso a la vez: cuando nuestro fantasma se halla con su homólogo. Y tú los dejas que conversen, que deriven. De dar significado ya te sabes tú, cuando todos los años de ausencia te vuelven a entrar de golpe. Esa pared que pudo tener algún retrato.
Anouar Brahem (De tout mon coeur) de su disco Le pas du chat noir
Me acerqué a primera hora de la mañana a la Casa de los Llanos. Me detuve ante ese poderoso ángulo agudo que encina y pino definían. Atravesar un pórtico así, y lo fui repitiendo, atravesar un pórtico así. 'Atravesar un pórtico así' es uno de los adobes expresivos con que construyo mi casa particular, la de los Llanos. La verdad sobre algo que vemos suele ser siempre un instante de silencio que luego vamos desentrañando con palabras. Y cuando me paré y vi ese pino y esa encina tan acoplados sentí satisfacción, sentí ese homenaje que nos brinda siempre la naturaleza por el sólo hecho de existir. Vibraciones positivas. Por eso digo ahora 'Atravesar un pórtico así'. Lo atravesé sabiendo que nadie me recibiría. Un saber que siempre destroza una pequeña parte de mí. Un hogar, una casa: su sentido en pleno campo. Su abandono: ¿un contrasentido? No falla el figurarse alguien a quien saludar, alguien con quien compartir el fresco estado del sol en una mañana de verano en una parte de Castilla. Entro en la casa y lo primero que se me sale por los ojos es el fantasma que llevo y que hace de avanzadilla bordeándolo todo.
Anouar Brahem (Deja la nuit) de su disco Le pas du chat noir
La clorofila está teñida de verde y, además, es sensible al frío. Si alguien piensa en el otoño es por la caída de las hojas. Hojas muertas al fin y al cabo. Y cambio de color. Al deslucirse el verde de las hojas lo que aflorarán son los carotenos de las mismas que, entre otros, adoptan tonos ocres, amarillos, anaranjados. Hasta aquí la versión oficial. Pero hay una versión emocional del otoño. Para mí este año lo constituirá una expresión escuchada a un señor mayor en un parque a propósito de las lluvias últimas. En la fresca y maravillosa mañana de hoy se intercambiaban este diálogo dos personas mayores:
-Ya va haciendo fresco. -Sí, sí, ya no se puede salir sin chaquetilla. -Se notan las últimas lluvias; ha refrescado el ambiente. -Es que con la lluvia gorda del otro día es como si se hubiese biselado el verano. -¿Y qué tal por el pueblo el verano? . . .
Hay otra versión emocional que es la relacionada con el sutil zizzagueo del olor. Pero de esa ya hablaré.
When the leaves come falling down (Van Morrrison)
I saw you standing with the wind and the rain in your face And you were thinking bout the wisdom of the leaves and their grace When the leaves come falling down In september when the leaves, come falling down
And at night the moon is shining on a clear, cloudless sky And when the evening shadows fall Ill be there by your side When the leaves come falling down In september when the leaves, come falling down
Follow me down, follow me down, follow me down To the place beside the garden and the wall Follow me down, follow me down To the space before the twilight and the dawn
Oh, the last time I saw paris in the streets, in the rain And as I walk along the boulevards with you, once again And the leaves come falling down In september, when the leaves come falling down
Follow me down, follow me down, follow me down To the place between the garden and the wall Follow me down, follow me down To the space between the twilight and the dawn
And as Im looking at the colour of the leaves, in your hand As were listening to chet baker on the beach, in the sand When the leaves come falling down, Woe in september, when the leaves come falling down Oh when the leaves come falling down Yeah in september when the leaves come falling down
When the leaves come falling down In september, when the leaves come falling down
When the leaves come falling down in september, in the rain When the leaves come falling down
When the leaves come falting down in september, in the rain When the leaves come falling down
Miro una pared de piedra y tengo el tiempo justo de rodear sus márgenes, sus manos ocultas y, ante todo, todo lo que tiene de aposento, textura fértil de otros tiempos donde ser artesano equivalía a seguir el curso de la tierra. Pared y hogar eran, dicho de otra forma, materia prima de la vida.
Rondeña: 'El tiempo justo' El Niño Josele Disco: 'VENTA DEL ALMA'
Sabe adentrarse a la vida el caracol. Y también salir.
Miro todos los días a ese caracol pegado a un ladrillo siempre en sombra. Lo miro mientras estiro sobre un poyete cercano. Mañana , con la lluvia, aflojará su ajuste y saldrá a por su alimento. La hiedra continuamente se renueva.
Hoy iba corriendo por Rivas. Cuando corro dialogo con el entorno que me lanza versos sin parar. Apenas puedo atrapar alguno porque la demanda de oxígeno y el esfuerzo me lo impiden. Y pensé en lo pinos que han surgido tras el incendio que allí hubo, hará unos cinco años. El terreno calizo no puede ser más pobre: es de un blanco inmediato. Tan solo el esparto; y el pino. Tienen que clarear los pinos ya de metro y medio porque todo es un tapiz verde.
Y me metí al final en la piel de los pinos. Me sugirieron tomar nota de su lentitud, su eficacia y, sobre todo, su independencia. Me dedicaron un fuerte abrazo con sus raíces.
Baja para ver el borde de la tierra bajo una planta.
Ese haiku me ronda y me destila paz siempre que corro por el campo. Sigamos escapándonos, Miquel.
Hoy me apetece decir dédalos. Laberinto es más larga como palabra y, además, no lleva acento mitológico. La soledad frente a la tierra es uno de los actos que más placer me producen. Y si Teseo logró escapar del minotauro gracias al hilo de Ariadna yo logro escaparme gracias al hilo de esparto que suelo seguir en mi búsqueda por todo aquello que sea una intervención en la tierra con un máximo de respeto. Y así es como me perdí por este dédalo antiguo de vides localizado en el pueblo de Santa Úrsula, en Tenerife. Y una cosa os aseguro: uno no sólo se embriaga de vino.
Tenía el trigo semblante de vértigo. El camino y al fondo el mar. La sugerencia de tendernos, de ilimitar el día, de amar hasta el pan, hasta que llegue el pan, dijiste arqueándote. Ahora el recuerdo me permite tenerte, tramo corto, quizás, pero ferviente tú en el grano. Mi calma.
Els amants (Vicent Andrés Estellés)
No hi havia a València dos amants com nosaltres. Feroçment ens amàvem des del matí a la nit. Tot ho recorde mentre vas estenent la roba. Han passat anys, molts anys; han passat moltes coses. De sobta encara em pren aquell vent o l'amor i rodolem per terra entre abraços i besos. No comprenem l'amor com un costum amable, com un costum pacífic de compliment i teles. Es desperta, de sobta, com un vell huracà, i ens tomba en terra els dos, ens ajunta, ens empeny. Jo desitjava, a voltes, un amor educat i en marxa el tocadiscos, negligentment besant-te, ara un muscle i després el peçó d'una orella. El nostre amor és un amor brusc i salvatge, i tenim l'enyorança amarga de la terra, d'anar a rebolcons entre besos i arraps. Què voleu que hi faça! Elemental, ja ho sé. Ignorem el Petrarca i ignorem moltes coses. Les Estances de Riba i les "Rimas" de Bécquer. Després, tombats en terra de qualsevol manera, comprenem que som bàrbars, i que això no deu ser, que no estem en l'edat, i tot això i allò.
No hi havia a València dos amants com nosaltres, car d'amants com nosaltres en són parits ben pocs.
Mai no preguntis qui ets. A cada moment canviaries dins el mirall. Defuig els ulls que saben.
Salvador Espriu
Tuve la ocasión de meterme en el tren. Bajo el espejo de su chapa. Fue hace más de un año aquello. Ahora me meto en Ovidi Montllor y en Salvador Espriu. El tren siempre fluye, siempre despierta destinos. La imagen del tren juega a amagarme. En una de esas me confío y me da. El porcentaje de lo que huye, la escasa pero ferrea esperanza, la raíz a la que poco a poco nos vamos destinando: quizás sean estos los puntales de mi santísima trinidad.
Formes i paraules (VI-XI) (Salvador Espriu - Ovidi Montllor - Toti Soler)
VI
Mai no preguntis qui ets. A cada moment canviaries dins el mirall. Defuig els ulls que saben.
VII
Des de quin dubte, en quin moment les formes son canviades? L'aire del vespre calma el nou dolor dels arbres.
VIII
Càlides aigües a mars de noms exòtics. Entre la pedra i l'arbre, m'ets un vague concepte, remor suau, paraula
que seguim per països distants. I mai no diuen ençà d'enlloc.
IX
Si vols, si penses la guanyada riquesa de les imatges, duràs sense recança als llavis un somriure.
X
Estiu. La dansa de joves dones nues parada dintre la quietud que vinclen, pontant al sol, rams d'arços.
XI
El prat, les herbes s'oferien a l'ample repàs de nues formes de dones joves al bat del sol esteses.
Estabas sentada en la mecedora. Llovía. ¿Sales? Te levantaste atravesando el porche. ¿Sales? Estabas descalza: barro y agua te empezaban a modelar los pies. Te quedaste inmóvil.¿Sales? ¿Cómo no sentir así la exclusividad del agua?, pensé. Había hecho mucho calor, tenía en la mano tu último libro de poemas, 'Todo ayer'. Tú me mirabas mientras te iba leyendo lo que ya sabías, lo que en tus labios repetías calladamente. Y todo ayer era tu libro y fue ayer, también. Y es que puede ser tanto todo. ¿Sales? Fueron cinco minutos de calarnos. En un poema tú decías: