Siempre hay algo que cruje, algo que empuja, algo que precisa ser observado. La sensación de que alguien alberga algo, o de que algo siempre alberga alguna cosa.
Ante el agua y su certeza circuló ese elemento de hierro que tan socio fue de la vida como del esfuerzo de Ellos. Si ahora sigue el pozo, si sigue sólo, si conserva su señal pero no su cadencia, si la soga no es un elemento, al menos, visual, hablaremos entonces de pasado. Presente y futuro también encajan en esta conversación visual por cual me decanto. Mi adicción por el agua me hace tremolar en exceso sobre el pasado, sobre su elegante disposición que en cualquier punto del campo tenía. Ahora, sobre una roldana seca, mellada, chirrío y trato de que, aquí, salga lo más fluido posible. Y, ojo, éso sabiendo que el pozo al que está hermanada esta pieza este año sabe de mucha humedad.
Profundidades, Taranta del formidable disco 'Flamenco' de Rafael Riqueni.
Esa moda de desubicar los olivos en las rotondas....
Sombra de lo que eres, olivo, rumor sonoro para mí, verdad la tuya en verde, siempre en éso nos aventajas, no estar en tu sitio y reclamar, al final, tu voz, pero no ya la que tenías junto a la tierra que te dabas. Debate este desubicar vida constantemente, cuando no clausurarla, por no ser recio en el decir, pero más nítido nos entra el oír arrasado, claro que más lágrimas secas provoca. Pero el rumor es inapelable, para bien o para mal.
Quise saber cómo transitaba la lombriz. Sus recorridos, sus empachos de tierra fresca. Lo que su interior me sugería. Acabé dendro de una carpa desmedida y hambrienta.
Niña. Erase una vez, un mariposa blanca que era la reina de todas las mariposas del alba, se posaba en los jardines, entre las flores más bellas, y le susurraba historias al clavel y a la violeta. Felíz la mariposilla, presumidilla y coqueta, parecía una flor de almendro mecida por brisa fresca… más llegó un coleccionista, mañana de primavera, y sobre un jazmín en flor, aprisionó a nuestra reina la clavó con alfileres, entre cartulinas negras, y la llevó a su museo de breves bellezas muertas, las mariposas del alba lloraban por la floresta.
Sobre un clavel se posó, una mariposa blanca y el clavel se molestó, blanca la mariposa y rojo el clavel, rojo como los labios de quién yo se rojo como los labios de quién yo se. Jardines, entre las flores más bellas, y le susurraba historias al clavel y a la violeta.
Felíz la mariposilla, presumidilla y coqueta, parecía una flor de almendro mecida por brisa fresca… y llegó un coleccionista, mañana de primavera, y sobre un jazmín en flor, aprisionó a nuestra reina la clavó con alfileres, entre cartulinas negras, y la llevó a su museo de breves bellezas muertas, las mariposas del alba lloraban por la floresta.
Sobre un clavel se posó, una mariposa blanca y el clavel se molestó, blanca la mariposa y rojo el clavel, rojo como los labios de quién yo sé rojo como los labios de quién yo sé.
No hubo ninguna guerra este invierno en Uclés. Si hubo agua y nieve como hacía tiempo. Mercedes es la dueña de la casa que hay tras esas portadas azules y que cierra ese muro blanco algo descascarillado. Era justo hace una semana cuando estuve en Uclés. Pueblo de grato silencio y monasterio imponente. Del silencio siempre sospecharé porque sé que siempre hay alguien que te escucha y ve cuando te crees solo. Y qué casualidad. Fotografiar esas puertas cerúleas y aparecer Mercedes.
Buenos días. Buenos días. Me gustan esas puertas, su color. Son mías. Lo malo es que este año la pared ha terminado derrotada.
Derrotada. Volvemos a la adicción por las palabras dichas, Manuel. Y es que me extraña que en ese contexto tan sencillo, de tan mañana, una señora de unos 73 años no me dijese que su pared estaba hecha una pena por las lluvias y nevadas del invierno. No, derrotada. Derrota implica contundencia en el trato, cierto. Y seguro que a esa pared le queda más vida que a mí. Seguro. Pero, ¿será el amor por lo propio lo que le llevó a Mercedes a sentir por su pared ligeramente descascarillada de cal una derrota? Yo, a esas palabras, las denomino 'apuntes literarios salidos del fondo de una conversación normal'. Y bellos que són esos apuntes que grata guerra me dan.
O quizás fue el oleaje lo que atacó a la pared por haber dedicado la casa a la proa.
Ya yace el mar junto a la casa. A partir de ahora te digo los veneros azules que hallarás si traspasas la puerta. La rutina bajo un remo, removiéndose, filtrándonos en la musculatura de los delfines. Fue sencillo traer el mar a puñados, a un lado la sal, a otro el agua con su espuma concentrada. Fue preciso traérnoslo, dedicar la casa a la proa y, sin más, dejar de llorar.
Dejadme llorar
Dejadme llorar a mares, largamente como los sauces. Largamente y sin consuelo. Podéis doleros... Pero dejadme. Los álamos carolinos podrán, si quieren, consolarme. Vosotros... Como hace el viento... Podéis doleros... Pero dejadme.
Antes de que la luz llegue a su ansia muy de mañana, de que el pétalo se haga voz de niñez, vivo tu sombra alzada y sorprendida de humildad, nunca oscura, con sal y azúcar, con su trino hacia el cielo, herida y conmovida a ras de tierra.
Claudio Rodríguez, (El vuelo de la celebración)
'Amo la vida que vivo. Vivo la vida que amo.' Me pusiste esa canción mientras íbamos en el coche camino de la sima. Allí nos sentaremos y miraremos la tierra. 'La tierra hoy habla en exceso', te dije mientras la pisábamos para llegar al lugar que nos habían indicado. El sol nos daba un calor sencillo, delicado. Hay momentos en que la tierra pide paso, quiere que la veas, que la cojas, que afiances tus manos a su textura. Ésto no te lo decía pero tu manera de mirarme lo adivinaba. Sabías que iba a hablar poco y que allí nos sentaríamos a amar la vida, a vivirla tal cual. A ser profundos dentro de la superficie que proporcionaba aquella sima. A adherirnos al bullicio permanente de las plantas.
Muddy Watters
I Love The Life I Live, I Live The Life I Love
See you watching me like a hawk I don't mind the way you talk But if you touch me somethin's got to give I Love The Life I Live, I Live The Life I Love
So if you see me and think I'm wrong Don't worry 'bout me just let me go My sweet life ain't nothing but a thrill I Love The Life I Live, I Live The Life I Love
My diamond ring and my money too Tomorrow night could belong to you The girls move me at their will I Love The Life I Live, I Live The Life I Love
I may bet a thousand on a bet this time One minute later I can't cover your dime Tomorrow night I might be over the hill I just want you to know baby the way I feel
You see me walkin' as I pass you by Don't talk about me 'cause I could be high Just forgive me if you will I Love The Life I Live, I Live The Life I Love
La simetría: el lugar oculto de lo mismo. Hasta un limón es simétrico. Hasta yo soy simétrico y nadie me ideó. Hasta mi simetría es falsa. Hasta me puedo triplicar. Pero no me metan entre rejas y menos que haga circo. Quiero ser Shere Khan.
William Blake
El tigre
Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, y qué arte pudo tejer la nervadura de tu corazón? Y al comenzar los latidos de tu corazón, ¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena? ¿En qué horno se templó tu cerebro? ¿En qué yunque? ¿Qué tremendas garras osaron sus mortales terrores dominar?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas y bañaron los cielos con sus lágrimas ¿sonrió al ver su obra? ¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
Tigre, tigre, que te enciendes en luz, por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo osó idear tu terrible simetría?
Dos años tenía cuando Jimi Hendrix compuso 'Little wing' para su disco 'Axis: bold as love', en el año 1967. En el 1965, cuando nací, todavía se hablaba de arbitrios sobre rodaje. Ahora se dice I.T.V. Ahora se toca pop y, por la época de los arbitrios, el rock psicodélico y sinfónico era lo que se rasgaba. Ahora se va más rápido; antes, en sitios como Navia de Suarna, con respecto a los carros, se decía cuando bajaban lentamente con heno: 'Cómo canta el amineiro' -por el roce del eje, no de hierro, sino de aliso. Madera contra madera. Antes del hierro, los ejes por allí se hacían de aliso, por su dureza. Un refrán decía: 'El aliso, que ni el demonio lo quiso'. 'Amieiro' en gallego es aliso. En Castilla siempre conocí los ejes de hierro.
Las imágenes que intencionadamente he propuesto pertenecen al lateral de un carro de mulas/bueyes donde la muestra de fauna es más amplia. Muestro la mariposa y la cebra, como en la canción de Jimi, pero iré dando cuenta de todo el lateral, incluídos los radios y ejes del carro.
Y también hay un eje en el disco que editó Jimi Hendrix en 1967 en el que estaba incluída la canción propuesta hoy: 'Axis: bold as love'.
P.D. ¿Alguien tiene una traducción para ese título del disco?
Well she's walking through the clouds With a circus mind that's running round Butterflies and zebras And moonbeams and fairy tales That's all she ever thinks about Riding with the wind.
When I'm sad, she comes to me With a thousand smiles, she gives to me free It's alright she says it's alright Take anything you want from me, Anything.
Fly on little wing, Yeah yeah, yeah, little wing
(Versión en castellano)
Ella camina entre las nubes con una mentalidad circense errática. Mariposas y cebras y rayos de luna y cuentos de hadas; eso es todo en lo que ella piensa. Cabalgando con el viento.
Cuando estoy triste, ella viene a mi lado y me regala un millar de sonrisas. Todo va bien, dice ella, todo va bien. Toma lo que quieras de mí. Lo que quieras.
Estaba entre ti. Mi invento de ser leve supuso estar, rodearte y tú no verme. Estaba entre ti. Estábamos en el suelo, amantes sin serlo, asomados al festín del calor, estaba entre ti, oyéndote tu no verme, estaba varado, inquieto a un soplo, intención si distinguirme o salvar lo cromático si es que en ello me distingo.
Soleá/Bulería sobre el poema Ausencia Manuel Machado
No tienes quien te bese tus labios de grana, Ni quien tu cintura elástica estreche, dice tu mirada.
No tienes quien hunda Las manos amantes en tu pelo hermoso, y a tus ojos negros no se asoma nadie.
Dice tu mirada que de noche, a solas, suspiras y dices en la sombra tibia las terribles cosas...
Las cosas de amores que nadie ha escuchado, esas que se dicen los que bien se quieren a eso de las cuatro.
A eso de las cuatro de la madrugada, cuando invade un poco de frío la alcoba y clarea el alba.
Cuando yo me acuesto, fatigado y solo, pensando en tus labios de grana, en tu pelo y en tus ojos negros....
Según pasaba hacia el kilómetro 8 de la última Maratón de Madrid observé ese cedro desmochado que veis en la imagen. La hiedra lo cubría ampliamente en una de sus caras. Quise ser terco como la hiedra y decidí fotografiarlo al anochecer. Mis preguntas pasaron a la vez que corría por la parte final del Paseo de la Habana. ¿Qué es lo que había llevado a los dueños de aquella lujosa finca a cercenar de aquella manera a aquel cedro. Sólo me cabe una respuesta dada la fortaleza de tal especie: estaba sembrado tan cerca de la pared de protección de la finca que el único medio de evitar el salto sería acabar con él. Seguro, me juego la palabra. Los cedros son tan bellos que lanzan sus largos brazos paralelos al suelo. Preferir un cedro manco es como dar talento a la muerte.
SONETO DE LA DULCE QUEJA (Sonetos del amor oscuro, F.G.Lorca)
Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que de noche me pone en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla tronco sin ramas; y lo que más siento es no tener la flor, pulpa o arcilla, para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío, si eres mi cruz y mi dolor mojado, si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi otoño enajenado.
Antonino Llorente, el feo, fue una persona muy querida en mi pueblo. Fue. Fumador, bebedor y observador. Hacía últimamente llaveros con forma de bellota como modo de entretenimiento. También le dío por cultivar un pequeño trozo de huerta. Sesenta y ocho años. Al año que viene te cuido los tomates en tu tierra, me dijo. Le asombró que sembrase tomates en una tierra muy fresca y a secano y que se dieran de maravilla. Él los sembraba en un pequeño corralillo y estaba todos los días encima de ellos. Vale, Antonino, le dije, con que me los eches un vistazo y quites alguna hierba... Cayó enfermo y murió hace cuatro días. No quiso ingresar y murió, como allí se suele decir, como una pavesa. Vivía en esa pequeña casita sólo. Soltero y aficionado a las putas vivió sin complejos y feliz.
Me acerqué ayer hasta su puerta. Te paras y por un instante breve parece que todo reverbera: conversaciones y encuentros. Miré a ese contador que con toda seguridad tardará en avanzar si es que no se estanca en ese número. La doble lectura de un contador: la oficial, la de la cartilla de ahorros y la personal, la de un número al que llegó calentándose, escuchando la tele, cocinando. Los hogares se difuminan.